Estas de ojos vendados, desnuda en el cuarto de la lujuria, sientes una presencia detrás de ti y sus manos grandes y heladas te empiezan a acariciar bajo los senos sin tocarlos, hasta que quedan a la misma temperatura de tu cuerpo.
Baja entonces su tacto a tus manos y se entre cruzan los dedos de ambos, tiemblas un poco de excitación.
Con algo de fuerza lleva entonces tus propias palmas con sus dedos entre mezclados con los tuyos a tus pechos, haciendo que te los acaricies, rozando con la yema de sus dedos parte de tus pezones y piel, se agita tu respiracion levemente, tratas de disimular el gusto que sientes.
Entre caricias sientes su cuerpo también desnudo, pegado al tuyo, con una obvia erección rozando tus glúteos. Besa tu cuello, lame detrás de tus orejas y te da más de algún mordisco en ellas. Sueltas un inevitable gemido, tu presión sanguínea aumenta rápidamente y comienzas a perder fuerzas y control sobre tu cuerpo.
Una de sus manos se aleja de ti seno, baja lentamente y sin despegarse de tu piel hacia tu sexo. Lo acaricia suavemente por encima, con sus dedos lo rodea y abre de vez en cuando sin penetrarlo. Sientes un placer lento y constante, casi como un orgasmo retenido, sus caricias se hacen mas fuertes, presiona contra tu monte de venus y se mueve de izquierda a derecha, hacia adelante y atrás con algo de delicada violencia. Te rindes a la excitación, estas a su merced y voluntad.
De la nada todo se detiene, ya no te está tocando nadie, ni hay nadie pegado a tu piel. tratas de quitarte la venda de los ojos pero no puedes, un empujón imprevisto te tumba de rodillas en el piso contra la cama y a su vez esas manos grandes presionan contra tu espalda para que termines en la vergonzosa posición del perrito, mostrando de frente a el tus labios y ano. La verguenza es indescriptible, a si mismo el morbo.
Lentamente y con presión constante abre tus nalgas. Una respiración lenta y fuerte se posa entre ellas y al tiempo, una lengua que ahora juguetona comienza a moverse sobre tu vagina. Aprietas las sábanas y las muerdes para no gemir, tu orgullo te lo prohíbe.
La lengua se mueve con intensidad variada, primero suave y luego mas fuerte para volver a ir suave, en forma circular, hacia arriba y hacia abajo, a veces separando tus labios pasando entre medio sin penetrar. No aguantas más, un orgasmo repentino te hace gritar.
El no se detiene por eso, es mas, ahora su lengua babosa y mezclada con tus fluidos entra, y se mueve dentro tuyo. Te penetra a la vez el ano con un dedo a la vez que mantiene tus muslos abiertos para el. Respiras muy agitada, tu verguenza ya no existe y estas conforme con ello.
Otra pausa de la nada, ya no hay nadie detrás tuyo nuevamente, te relajas sin cambiar de postura, te calmas un poco, pero no te quitas la venda, le has cogido gusto a esa oscuridad sensual.
Sin aviso previo te penetra violentamente, haciendo entrar todo su miembro en ti en menos de un segundo. Ya dentro, se mueve, se acomoda, y sale lento y despacio solo para volver a entrar con la misma violencia anterior y lo demás ya es historia... |