Desde dentro
Era un aireado día de abril cuando el abuelo llegó con Miguel traía consigo una maleta azul metálico, incidió de que se quedaría por mucho tiempo, Josecito no entendió de inmediato las implicaciones, pero pronto la vida lo puso en contexto, desde el primer día Miguel se mostró soberbio y altanero, había ido a recorrer mundo, conocía la ciudad más grande del país, además había viajado más de seis horas en autobús, la renuncia de Don Cándido había sido precipitada, si bien era cierto que la compra de la línea de autobuses era un hecho sus parientes lejanos y propietarios de la empresa de transportes le habían ofrecido un puesto honorario (casi de aviador) en la empresa hermana de transporte de carga, en Guadalajara o Tepatitlán, pro don Cándido en un ataque visceral como muchos en su vida, desecho la oferta, muchos de los operadores de la vieja línea aun operaba incluso a nombre de la vieja empresa por lo que tenía el paso franco o podía viajar aun a su antojo de forma gratuita pero él no lo permitía les dejaba las monedas del coste del viaje sobre el tablero que estaba adornado con colores llamativos y la enorme perilla giratoria que accionaba el primitivo sistema de apertura de las puerta, Tocho, Nacho, el Chivo, Julián y otros tantos que estimaban al viejo como si fuera realmente su padre lo seguían viendo como un personaje de autoridad, así que aquel viaje de regreso al rancho Miguel lo hizo rodeado de los mimos habituales a los que estaba acostumbrado por parte de los chóferes por el cariño y respeto que le tenían al viejo, cuando llego al rancho su orgullo y vanidad estaban intactas no tenían ni idea lo que el destino le depararía ahí en su nueva vida, el abuelo era consentidor y cariñoso en situaciones favorables, pero en la adversidad sacaba su lado castrense que del que él estaba consentido que era la mejor educación para crecer derechito y bien, don Cándido había sido militar y policía de diversas corporaciones por lo que la disciplina y el orden era su máxima, la luna de miel había terminado, también para Josecito que al día siguiente se dio cuenta que tenía que compartir a la Morita, ya no era exclusivamente para él ahora también tenía que atender a Miguel quien también se percató de la hermosura y condiciones feromonicas de la niña-adolescente y fiel a su costumbre comenzó a presumir de su experiencia y de su conocimiento del mundo, con su limitada edad y lenguaje sorprendió a la niña al contarle de cosas que había visto y al ver que tenía su atención incluso se inventó anécdotas para ganar la admiración de aquella.