La luna como guadaña, segando la noche
Un atrevimiento:
el vaivén demencial de tus dedos y mis pétalos latiendo febriles
Mientras tu boca murmuraba obscenidades que siempre había querido escuchar,
el acre sabor de tu hiel humedecía mi lengua.
Quería parecerme a las arpías que revolotean y están siempre dispuestas a complacer,
deseaba sublevar tu sangre y provocar el desvarío con mis labios inexpertos.
El mundo oscilaba entre espasmos y ojos alcoholizados
Y tú tan decidido a subyugarme, pero mi cuerpo tan poco apto para el amor…
Fatal que mis piernas fueran de hilacho y no pudieran sujetarte ni aguantar tu embestida,
caí o me dejaste caer… (¡da igual!)
Entonces me hice añicos y huiste.
Texto agregado el 29-07-2014, y leído por 132
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