Era una fría tarde de Octubre, ella tomaba un café mientras observaba en la ventana el movimiento sutil y sincronizado de los arboles de la avenida, una lágrima recorría su mejilla derecha mostrando su tristeza al recordar que la noche anterior su gran amor había partido de su vida, y que esta vez a su historia ya no le quedaron puntos suspensivos, ahogada en un mar de recuerdos, un mensaje hacia vibrar aquel teléfono que fue tantas veces cómplice de los motivos de su sonrisa, desganada esperando ver en la pantalla alguna banalidad, se levanto de su silla y lo busco, sus ojos marrones se abrieron cuando descubrió que el protagonista de esa vibración era un conocido con el que nunca habló. Sonrojada con los mensajes imaginó toda clase de encuentros que le ofrecía, un cariño lleno de engaños se abría ante su vida, paso el tiempo y aquel sujeto se involucraba más con su soledad, a casi un año de mensajes cruzados llegó el más importante; el volvía a su ciudad por poco tiempo y anhelaba verla y tenerla entre sus brazos, y así paso ni bien pisaba la tierra ella ya le sonreía y recibía a su amante con un beso lleno de pasión sin amor.
Ella vivió los dos meses más apasionantes de su existencia, pero el cuento de hadas no terminó con un final feliz, él tenía que volver a su realidad, ir al encuentro con el "amor de su vida" y la despidió con un beso en la mejilla y con una carta que decía:
"Llegó el momento del adiós, fueron las mejores vacaciones de mi vida, tengo que volver, mi amada me espera, pero el día que vuelva espero verte otra vez"
Sus ojos marrones se llenaron de lágrimas nuevamente, lo que inició solo como un juego de pasión, se convirtió en un vacío que ella ya no supo como llenar, no contesto sus mensajes de nuevo, solo se sentó en su silla. tomó su taza de café y nunca más vio la pantalla de su teléfono, simplemente se cansó de sonreír.