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Desde hacia algun tiempo queria salir del conforto, de una buena cama, con la rutina de tv en las noches, comodidad y tranquilidad. Asi que decidí emprender un viaje, como cuando eras estudiante y no tenías un peso para pagar posada, como cuando acampaba en medio del bosque con perros, arañas, mosquitos culebras, mariposas y aves a tu alrededor. Sin colchón, sin una tv, sin inodoro, casi sin agua. Esta vez no he llegado hasta ese punto, y pensándolo bien este será un capítulo de mi vida que he cerrado, no me hará falta pero el recordarlo siempre me traerá una sonrisa al rostro.
Entonces, esta vez reserve una cama en un cuarto de hostal vagabundo, una cama en un cuarto de 36 camas. Salí a conocer la localidad y esa noche, justo cuando tus ojos y cuerpo piden descanso, me fui al cuarto. Al comienzo me sentí extraña, del lado izquierdo de mi cama, estaban hospedados tres hombres, y por la forma como hablaban, parecían ser gays o eso hacía creer. Como no soy homofóbica, me pareció normal. Del lado de encima de mi cama, otros dos hombres en cama. Debían ser extranjeros porque hablaban otra lengua. Uno de ellos me dijo algo en aquel idioma y yo sin saber de qué se trataba, al tiempo entendí que él estaba coqueteando conmigo. El otro hombre que lo acompañaba luego rió y aprobó lo que parecía ser un chiste, y enseguida se chocaron las manos. Yo que sin entender al pie de la letra lo que ellos decían, comprendí que algo grosero y morboso me habían dicho. Me sentía desconfiada y no los acompañe en su risa, por el contrario, cerré mi corazón y en troca, les devolví una mirada fría y profunda. Con mi actitud les hice entender que yo no era una mujer de chistes morbosos, una mujer a la que puedes irrespetar fácilmente.
Con ese percance me acosté en mi cama, y cansada de todo un día caminando en la playa y descubriendo la ciudad, no demore en conciliar el sueño. Que paz y que tranquilidad en esos minutos de viaje a los sueños. Un par de minutos de paz, cuando risas chillonas y ruidos. Lo que parecía ser dos mujeres penetraba en aquel recinto. Lentamente abrí mis ojos, dos siluetas de mujeres morenas entraban con pasos no tan certeros, se veían ebrias, y por la ropa que usaban parecían trabajadoras sexuales. Pocos minutos bastaron para confirmar mi parecer, los hombres extranjeros del lado de mi cama rápidamente también percibieron las circunstancias. Ellos, las morenas y los extranjeros cruzaban palabras, mismo con idiomas diferentes, las cuatro personas entendían lo que hablaban.
Las risas no cesaron, por el contrario, se hicieron mas intensas y en menos de media hora, una de las mujeres besaba el vértice de uno de los hombres. De lo que eran risas, pasaron luego a ser gemidos y luego el sonido de monedas y negociaciones hicieron la conversa más pesada. Todo pasó muy rápido, mis pensamientos estaban enredados. Por un lado me parecio desagradable lo que estaban haciendo, pensé en salir del hostal, pero era muy tarde, creo que unas 3 de la mañana. Por otro lado pensé en calmarme, este tipo de situación nunca la había vivido. Situaciones como ésta, se habían dado en juegos de alcohol con amigos. Pero esto era diferente, yo estaba sola, los extranjeros no eran mis amigos, estaba lejos en una ciudad que no conocía. Mi mente estaba asustada y no decidia salir, pareciera que mi cuerpo pegado a la cama se aferrase a la poca seguridad que tenía.
No dije nada, sin embargo me daba asco, el olor del alcohol y semen se disipaba en el ambiente. Los tres gays del lado sintieron lo mismo y decidieron salir. Yo que pensaba muy lento, no tuve tiempo y coraje de salir con ellos.
Eran ya unas 4 de la mañana y de repente entro otro hombre a la habitación, estaba súper enfadado, gritaba a las morenas del porque ellas no estaban listas aún, que tenían que salir a trabajar, el hombre les preguntaba sobre una bolsa. Yo que acostada en cama, hacía creer a los implicados que no escuchaba, que dormía, sin embargo, estaba atenta de todo cuanto pasada, de vez en vez abría los ojos, y otras veces me hacia la dormida, la que no era conmigo.
Cinco de la mañana y las mujeres aún no salían, no encontraban la dichosa bolsa. La que supuse era droga. Todo el ambiente era tenso, los olores nauseabundos invadían el local, el desespero de las mujeres por encontrar la bolsa y la sospecha de una de ellas al mirarme con todo de pregunta. Yo seguía fingiendo que no estaba ahí, pero tensionada de que en cualquier momento una de ellas se abalanzara en contra mio.
Finalmente dieron las 5 de la mañana, las mujeres salieron a trabajar a esta hora, me dio cierto alivio. Sin embargo, no pude seguir durmiendo, contaba los minutos para que saliera el sol y poder salir de aquel recinto. Ese día recorrí el jardín botánico, respire paz con el verde de los árboles, me llene de buena energía que tanto necesitaba, estuve tan ocupada y entretenida el resto del día que volví a quedarme esa noche en el mismo hostal. La prostitución es pan de cada día en una ciudad costera y turística, después de mi charla con los arboles acepte la situación y logre sobrevivir a ella. Al final la idea del viaje se cumplió: salir del conforto.

Texto agregado el 27-07-2014, y leído por 163 visitantes. (0 votos)


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