Mientras los reclamos salían disparados en forma de gritos, ofensas, llantos y otros, vi que uno de mis estudiantes se acercaba lentamente e inseguro de sus pasos, se notaba que estaba ansioso y tratando de decir algo.

Johan Estiven Restrepo Lora fue quien dijo que los sueños no se cumplían y luego de la respuesta que le di fue que lo descubrí, es un estudiante que irradia empatía, energía, amor por la vida, es contundente con sus palabras, su filosofía y forma de reflexionar son ejemplo claro de la esencia del ser porque es auténtico y original, no tiene caretas, es tranquilo y sincero. Su mirada tiene mucha luz, es brillante y siempre me contagia de alegría, me recuerda que debo de hacer las cosas bien. A veces se me pierde la sonrisa del rostro y muy sutilmente se levanta del puesto, casi susurrando y sonriendo me dice: -Profe, ¿por qué está tan serio?, ¿está enojado?, ¡sonría!. Es ahí donde recuerdo que si yo estoy bien aquellos que me rodean también lo estarán.

Entonces se me hizo a un lado, me puso la mano en un hombro y luego sonriendo me ofreció un abrazo. Para mi sorpresa fue que no me lo esperaba dejando al descubierto a un maestro, porque logro con esa simple acción despertar la sensibilidad y empoderarse de la realidad del otro. Eso es filosofía de vida. Johan es un maestro de la vida porque no ha temido ser fiel a sí mismo, confianza y autoconocimiento son sinónimos de él.

Al salir del salón, me topé con Ana Isabel Urrego Serna, una luz muy particular, es extrovertida, protectora, dedicada, simpática y cada vez que finaliza un encuentro me dice: - yo lo acompaño para que no se lo roben, al lado de ella me siento seguro y acogido, es buena amiga y estudiante, un poco terca pero es normal en todos. Así que me ofreció un abrazo. Solo aquellos que se conocen a sí mismos son capaces de ofrecer su bienestar para la salud emocional de otros.

De pelo “mono” y ojos verdes, Camilo Andrés Castillo Blandón a pesar de no ser muy bueno con los números es en definitiva un ser lleno de alegría, radiante, terco, espontáneo, resguarda en el inocencia, una autentica inocencia, no porque no se de cuenta de las cosas o no conozca sino porque su sabiduría aún no ha sido contaminada porque proviene de ese niño que cada uno lleva dentro. Me ayudó a cargar mis libros y también me ofreció un abrazo. Es un estudiante movido por el sentimiento y la corresponsabilidad grupal.