Al día siguiente ya no había dulces, compré un paquete de fichas bibliográficas y las guardé en la caja.
De nuevo llegué al salón, sabía que no iban a estar en orden, sentados, atentos y dispuestos a escuchar. Saludé con una sonrisa en la boca e inicié a escribir un taller en el tablero, pero continuaban con el incesante bullicio; me senté, les leí una poesía en medio de tal realidad; dibujé una playa, con aguas calmadas y un radiante sol de atardecer acompañado de una frase que decía: “huelga de silencio”, me senté y agarré el libro de poesía, me puse a leerlo.
No presté atención a la indisciplina, admirados por mi comportamiento algunos se acercaron a hacerme preguntas, pedirme permisos pero yo no les contesté, solo gesticulé señalándoles el dibujo… confundidos por la situación comenzaron a gritarse, a pedir silencio entre ellos, a organizarse, parecían en una batalla naval, a realizar lo que el “profe mudo”, “loco”, “déspota”, “relajado” e “ignorante” no quería hacer, se vieron así mismos “llevados” porque no podían controlarse, evidentemente tenían rabia contra mi porque los estaba ignorando, ¡en serio tenían rabia!; ni siquiera abrí los libros o revisé algún cuaderno, solo a leer y a observarlos con cara de despreocupación.
Hubo un momento en el que todos se quedaron callados tratando de realizar el taller, me levanté del puesto abrí la caja y les ofrecí el papel en blanco, no les respondí para qué era, solo se los dí y escribí en mi propio papel “yo soy silencio” pegándolo en el tablero, se quedaron fríos no salían de ellos frases con coherencia: ¿por qué?, ¡el profe esta loquito!, ¿nosotros también tenemos que hacer eso?, pero responda alguna cosa; estaban muy confundidos, dejé la caja abierta y al rato una estudiante guardo en ella un papel que decía “yo soy alegría”, poco a poco todos imitaron la acción, escribiendo en los papeles: yo soy… indisciplina, alegría, silencio, responsable, soy más que silencio, nada, una persona, atención, desatención. Otros por ahí escribieron:
- La vida es un regalo que uno no puede malgastar.
- Una hoja en blanco significa que estoy vacío, sin nada que pensar.
- Soy una persona con derechos y deberes, dispuesto a escuchar a las personas.
- Soy una persona que hago lo que el profesor ponga.
Algunos no escribieron.
Luego escribí en el tablero, ¿qué es la rabia?, a lo que algunos contestaron en el papel: es un sentimiento cuando lo ignoran o cuando no se presta atención a alguien, es el demonio, algo sale del cuerpo, entre otras.
Al terminar la huelga de silencio, me reclamaron, algunos fueron con las palabras ásperos, altaneros y toscos pero trate de no perder la calma, ya como maestro me estaba viendo afectado.
Y con vos muy entona, entrecortada, con los ojos aguados, tal vez hasta me escurrieron las lágrimas frente a ellos les dije:
- Yo no soy un maestro de matemáticas ni de inglés, soy un maestro para la vida… lo que les estoy tratado de dar a entender es que ustedes tienen la vocería de sus vidas, son autónomos de sus comportamientos, ¿de qué son o quiénes son?, ¿de cómo se comportan?, de que a una agresión no se responde con agresión sino con la sabiduría y filosofía que se lleva dentro, haciendo uso de lo bueno que poseemos y no de personajes que se imitan como espejos, ¡grito al grito!. Y si ustedes no van a valorar y darse la oportunidad de entender, a mi clase nadie está obligado.
Sin embargo algunos seguían enojados y reclamándome por haberlos ignorado. Nunca los ignoré porque mientras me hablaban los escuchaba y veía fijamente a los ojos, el hecho de que no hubiese respondido a us inquietudes no significa ignorar.
Fue todo un encuentro de emociones. Finalmente me quedé callado y continuaron con la actividad.
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