Cuando llegó el anhelado momento, subí las escaleras y vi a lo lejos que todos andaban fuera del salón, al ir por el pasillo algunos fueron a mi encuentro a saludarme y a preguntar que llevaba en la caja roja, algunos hicieron especulaciones al respeto pensaban que era ejercicios en papeles, que no había nada, pero yo no contesté al respecto, ingresé al salón, les pedí que se ordenaran como siempre, comencé a explicarles y a aclarar algunas dudas, pero vi que esta vez a muchos se les desviaba la mirada hacia la caja roja. Así que interrumpí mi explicación porque todos tenía la curiosidad por saber que había en ella, les conté acerca del mito de la caja de Pandora:
- En la antigua Grecia, Pandora, mujer de Epimetéo, se le dijo que jamás abriera el cofre que resguardaba pero su curiosidad pudo más, y de este salieron todos los males que hay en el mundo, el hambre, la tristeza, la muerte, entre otros quedando en el fondo un pajarito llamado la esperanza, la posibilidad de amar y ser amado, de construirse a sí mismo como único e irrepetible.
Les pedí entonces, que imaginaran lo que había dentro, cuántos objetos poseía, se acercaron a sentir la textura, el peso, el tamaño y el olor, desde luego ya ellos suponían que eran confites, sin embargo les dije que el fondo de la caja no tenía fin porque lo que guardaba eran los sueños y deseos de cada uno. Escuché varias burlas dispersas, tan bien sonreí y afirmé de nuevo que eran sueños, que no eran más que sueños.
Soñar no es malo, se debe hacer porque nos permite confiar en que sí se pueden lograr las cosas, soñar no es sinónimo de desear cosas materiales porque estas son necesidades del cuerpo producto del consumismo, soñar implica entonces la posibilidad de imaginar y sentir para poder construir, entregar, servir y ofrecer para ser feliz. Es el concepto que como maestro he querido otorgar a mis estudiantes.
¿Qué es soñar? ¿Qué es lo más importante? ¿Qué necesitamos para soñar?
Cada uno de nosotros somos maestros de nuestra propia vida y lo que provenga de otros es parte de su esencia que se convierte en un aprendizaje para si mismos. Somos luces, pero tú luz no puede apagar la mía.
Lentamente me decidí a abrirla y les ofrecí un sueño; le pedí a una estudiante que por favor los repartiera, algunos se quedaron en silencio y otros murmuraban, no era una tontería, lanzaron expresiones como ¡yo sueño con mucho dinero!, ¡yo quiero viajar!, ¡yo quiero tener un novio!, ¡yo quiero ser mejor!, ¡yo pido confianza!, ¡yo quiero ser yo misma!, creo que esta última frase reafirmó el valor de la actividad las demás aun hacen parte de las necesidades del cuerpo y a pesar de eso la expresión de sus miradas había cambiado daban indicios de esperanza, anhelo, confianza, alegría, agradecimiento, sorpresa, ironía en fin, cuarenta miradas diferentes.
Salí del salón muy feliz porque les estaba otorgando confianza en si mismo, se sentían esperanzados y motivados a continuar.
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