Tiene su carácter este amigo mío. Defiende su punto de vista a ultranza, pero acepta las opiniones ajenas. De todos modos, hemos tenido varios encontrones, ya que las palabras, sean las suyas o las mías, han adquirido una apariencia difusa, porque nunca ha sido fácil para los hombres entablar una relación pacífica, sin que los equívocos o las malas interpretaciones pongan barreras en el camino. 
 
Este hombre, de risa fácil y dispuesto a intervenir con comentarios jocosos, podría interpretarse como un ser ligero, evanescente y dado a las francachelas. Muy lejos de eso, tiene un espíritu generoso y una disposición envidiable para actuar de manera concreta, ayudando a los realmente necesitados. Odia las injusticias y a diferencia de muchos que sólo creemos cumplir con nuestro deber escribiendo y denunciando tales atropellos, él forma parte de esos pocos hombres que dichas situaciones les proveen de un poderoso motor para actuar y resolver de precaria pero objetiva manera eso que nos espanta en el alma. Tiene buenas razones para ser como es, pero contar sus peripecias sería materia de otro relato. 
 
Es un animalista sin remedio y ha aprendido a conocer el lenguaje de los perros, esos compañeros de todos nuestros días, pulguientos y malheridos, que sobreviven en la calle como los hombres vagos, pero sin el beneficio de una hospedería que los acoja en días tormentosos. Pues bien, nuestro hombre los alimenta y les entrega cariño, así como lo hace también con las palomas y con cuanto bichito que tenga necesidad de llenar sus tripas. 
 
Este personaje, hombre de mil batallas, también gusta de escribir y desarrollar historias minimalistas, en donde el sentimiento es el hilo conductor de toda la trama. Escribe de todo un poco y no lo hace tan mal, porque en sus letras se advierte una gran sinceridad y ciertas trazas de humorismo criollo, ese de simpleza y picardía tan extremas que provocan sonrisas y sonrojos. 
 
Pero, ayer me mostró un poema, simple, pero rimado con pulcritud, que me impulsó a buscar el autor en las páginas de internet. Pensé en Silvio Juvesi, un antiguo poeta que recitaba a las cosas simples. También se me vino a la memoria Alberto Cortés, que complementando la lírica sencilla de Juvesi, convierte sus versos en sentidas melodías. Pensé en muchos más, antes que el hombre me confesara que dicho poema era de su autoría.  
 
Siempre le aconsejo que participe en alguna página literaria, incluso le creé una cuenta en la página azul que hasta ahora no ha utilizado. Arguye que es un ser muy inquieto, que ni siquiera sabe en donde estará el día siguiente. Un transhumante de tomo y lomo, al que le puse las riendas de la amistad y por ese solo influjo,aún no emprende el vuelo. 
 
Copio aquí su poema, sin ponerle ni quitarle una coma, para que ustedes, a su vez, puedan impregnarse de la limpieza de este sencillo pero bien logrado poema: 
 
EL PERRITO ABANDONADO 
 
CON UNA PATITA DUDOSA 
DESPOJO DE UNA PEDRADA 
PASÓ EL PERRITO POR MI LADO 
UN PERRO DE NOBLE CASTA. 
 
SE VOLVIÓ UNO DE ESOS CALLEJEROS 
POBRES DE SANGRE Y ESTAMPA 
DUERMEN EN CUALQUIER RINCÓN  
HIJOS SON DE PERRAS TRISTES Y FLACAS 
DESTINADOS A COMER 
BASURAS DE PLAZA EN PLAZA. 
 
CUANDO PEQUEÑOS QUE FINOS 
Y AGILES SON EN LA INFANCIA 
BALONCITOS DE PELUCHE 
TIBIOS BORLONES DE LANA 
LOS MIMAN, LOS ACURRUCAN, 
LOS SACAN AL SOL, LES CANTAN 
 
CUANDO MAYORES AL TIEMPO 
QUE VEN QUE SE FUE LA GRACIA 
LOS DEJAN A SU VENTURA 
MENDIGOS DE CASA EN CASA 
SUS HAMBRES POR LOS RINCONES 
Y SU SED SOBRE LAS CHARCAS. 
 
QUE TRISTES OJOS TIENEN  
QUE RECÓNDITA MIRADA 
COMO SI EN ELLA PUSIERA 
SU DOLOR A MEDIA ASTA. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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