Vivía en un pequeño poblado tropical, tratar de recordar me hace olvidar, me encantaba jugar con mis hermanas y salir a la sombra de los arboles, sentir la brisa que llegaba desde el mar y se mezclaba con el extenuante calor, también nos agradaba ver a las cochinillas escondidas en lugares con mínima humedad y aquellas a las que algunos llaman vaquitas o leones que esperan en sus conos de arena la llegada de hormigas que han perdido el camino para poder devorarlas, una tarde como aquellas me llamo un antiguo amor y fue una sorpresa que se comunicara conmigo, habían pasado tres años desde la última vez, era una persona arrogante y desinteresada de la vida, pero la sorpresa esta vez fue su llamado de una forma humilde y pidiendo un favor:
-¿Sería posible hospedarme en tu casa con mi madre? Tuvimos un problema que me gustaría comentarte en persona ya que me parece algo delicado tratarlo por teléfono.
Claro que yo acepté, aquella persona con la que compartí mucho tiempo en algún momento, no podía darle la espalda si era un momento en el que realmente lo necesitaba -comentó que llegaría prontamente al poblado y mostro su gratitud-. Al día siguiente se presento en casa con su madre, a él no se le veía tan bien como en otras ocasiones, aun cuando su complexión era delgada esta vez se le veía aun más y su color de piel morena había cambiado a una tonalidad pálida, sin embargo su cabello oscuro, largo y lacio lucia tan bien como siempre, se le veía cabizbajo, les di la bienvenida lo mejor que pude tratando de dejar a un lado mi frialdad, aun cuando nunca había intercambiado palabras con su madre trate de ser lo más cálida posible, sin embrago mostraban un aura negra sobre ellos, los instale en una habitación, una litera que aun cuando no eran las mejores podrían dormir aceptablemente cómodo, quise preguntar de forma sutil a que se debía su llegada pero el mostro negativas sobre el tema, se sentía muy cansado, mire sus piernas pude imaginar lo delgadas que estaban por la forma en la que se holgaba su pantalón también pude observar unas vendas debajo de su camisa larga y parte de su cuello, miré sus ojos, aquellos ojos que aun me apasionaban, tan grandes y de iris muy bien delineado, oscuro y redondo, siempre me han recordado los ojos de un gato, lo mire fijamente por un momento y encontré algo extraño en su rostro pero no supe descifrarlo, hora de la comida, mi madre preparo sopa, sin embargo el no tenía hambre, los ánimos estaban extintos en él, su madre se retiro a comer y quedamos solos en la habitación, el empezó a sollozar, pregunte qué pasaba, ralamente me sentía confundida, se subió las mangas y empezó a quitarse las vendas al mismo tiempo que me relataba lo sucedido:
-No tengo casa, hubo un incidente, termino en llamas y ¡mírame, no pude hacer nada!
Yo lo detuve pues se empezaba a quitar las vendas con mucha rabia, pude ver la carne entre roja y negra debajo de ellas, parecía que había la suficiente solo para cubrir sus huesos, repitió nuevamente:
-No pude hacer nada y ahora no soy nada de lo que era!
Lo tome de las mejillas y le externé que no importaba, que no se sintiera mal por lo sucedido, lo importante estaba en tu interior, -ahí está la belleza, yo estoy contigo, te prometo que no me alejare de ti-, recordaré que tomaba sus mejillas y ahora también parte del mentón, sentí algo extraño en su piel, en el parpado izquierdo pude notar que se descarapelaba y quise quitar esa piel sobrante pero cuando lo hice su cara parecía de papel, parecía que me quedaría con un trozo de piel más grande del que yo pensaba retirar, el grito:
-¡No! ¿Qué has hecho?
Empezó a agitar sus manos contra su cara, vi como esta se arrugaba como si se fuera a ¡Quedar sin ella!
-¡Espera que haces! -Grite al ver como rasguños quedaban marcados en la piel- de pronto se deshizo de ella tal como una máscara al retirarla vi su cráneo cubierto de unas cuantas células de piel, se veía negruzca, necrosada, un rostro terrorífico, seco. ¡Era simplemente una calavera!
-¡Mírame! ¡Mírame! –Exclamó-, -¿Ves lo que soy? Me voy a morir, pobre de mi madre, ¿Tú crees que no me duele verla así? sufriendo tanto por mí, por mi culpa y sin embargo voy a morir.
Todo sucedió en cuestión de segundos y yo no tuve el valor de seguir viendo eso, eso que para mí ¡ya no era un rostro! Me agache sobre sus piernas lo tome de ellas fuertemente y dije:
-No importa, tu madre te ama y yo también, estaré contigo sin importar tu aspecto.
Me costó tanto trabajo decirle eso, realmente yo estaba petrificada y en mi mente había una repulsión hacia “eso” ¿Cómo iba yo a poder estar con alguien así? no puedo quitarme ese rostro de la mente, después sentí tanta pena… Lo escuche decir:
-A causa de esto me ha dado cáncer, ¡Moriré! ¡Moriré con tanto dolor que sería más fácil suicidarme de una buena vez!
Sentí mucho dolor en mi corazón. ¿Podría decirle que soñé en algún momento que le pasaba algo tan horrendo?
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