Ensayando un delirio
¡Escribe! ¡Escribe! ¡Debes escribir! Deja de trajinar por un momento memorias difusas sobre una mujer que no conoces y desearías que fuera puramente real y sensible. Un cuento, ¿no? ¿Eso es esto? ¿Tienes tiempo para preguntarte eso?
¡Escribe! ¡Escribe! ¡Debes escribir! ¿Dinero? ¿Fama? ¿Qué esperas conseguir? ¡Demonios! Otra vez los pensamientos impertinentes acechan. Otra vez la mujer. Ahora es una simpática jovencita de facciones siderales:
El viento aullaba sobre la blanca
Pradera de sus sábanas,
Como un llanto oculto
en la curva de sus pestañas.
En sus ojos se fundían las estrellas…
Si tan solo fuera yo capaz de moldearte en palabras,
Transportarte a mi hoja tal como te me imprimes;
Y dibujara tu silueta con mi pluma…
¿Ahora quieres un poema? ¡Maldita sea! ¡Escribe! ¡Escribe! ¡Debes escribir!
El día dormía bajo una sábana (¿Otra sábana?)
torcida de cosmos y estrellas.
Tu estática apariencia sustraída
de todo espacio y todo tiempo
Atraía mi inquieta mirada, la petrificaba
junto al candente estrépito de la chimenea.
Sostenía mi libro como quien no teme a la torpeza,
Contemplando el paisaje más hermoso de la tierra:
Una mujer frente a una ventana de cara a la noche,
Las nieves poblando el mundo exterior;
De su boca nace el suave arrullo de una canción de cuna,
Patinando sobre notas menores a través del cálido ambiente,
Y en sus brazos descansa un niño entre sueños lácteos de dulce inocencia… (¿Muta en cuento?)
Las nubes planas como fatuas sombras impresas en el cielo,
Tu voz de ensueño robándome el… ¿Sueño?
¡Macabra e insensata redundancia! –Hartazgo de los versos sin rima-
¿Con quién conversas? ¿Sana introspección? A quién engañas, esto es locura desmedida.
¿Hay tiempo para esto?
¡Escribe! ¡Escribe! ¡Debes escribir! ¿Qué tal una novela? O una obra… ¡Eso es! ¡Drama e histrionismo!
Tres secuencias descubrirá el telón de esta historia.
Primero. Un hombre besando a una mujer bajo la lluvia, ella deja caer un paraguas de su mano en el transcurso de la pasión. ¿Está llorando?
Segunda. La escena negra de un homicidio. Un hombre de sobretodo y sombrero dispara un arma hacia una pareja que se besa bajo la lluvia. ¿Está riendo?
Tercera y última. Empieza a llover en una ciudad sin nombre, el tiempo no existe, sólo un momento: el asesinato de una pareja en medio de un beso. ¿Es una tragedia?
Ninguna de las escenas se encuentra aparentemente vinculada con las otras (¡Pero si parecen ser todas una sola escena!), presentan estrechas semejanzas, pero ningún factor concreto que las auna (Claramente la trama se me hace esquiva).
¡Ya! ¡Basta! ¡Deja de escribir! Disparas… La lluvia te moja, ríes desquiciado; te imaginas en un sueño en el que escribes, o debes hacerlo. No, no es un sueño, escribes por falta de sueño -¿Sueño?-. ¡Sí, brillante! ¡Así era! Eres un joven lleno de sueños (y de redundancias), escribes antes de dormir, te obligas a hacerlo, y creas esto, un delirio, ¿un ensayo?
Sí, un ensayo, sí, un ensayo sobre la locura (No sabes qué es un ensayo. ¿Te agrada lo insigne, culto -¿académico?- que suscita?). ¿Cuál es tu hipótesis? No lo sé, no lo sé. ¡Pues claro! Es posible que un loco escriba. ¡Eres un genio! Más bien estás demente. Quizás, ¿un poco? ¿Cuál es la conclusión? La hipótesis es desafortunada, ¿desafortunada? Sí, los locos no pueden escribir.
¡Pero tú lo haces! Yo… ¿Lo hago?
¡Maldición! ¡Memorias del infierno! Una mujer difusa de ojos estrellados -¿Llora?-, la baña la lluvia, yo la beso, ¿o tú lo haces? ¡Cierto! Yo disparo… ¿Qué nombre lleva la ciudad? Si tú no lo
sabes, no puedo saberlo yo.
¡Ya! ¡Deja de escribir! Es hora de dormir.
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