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No se sentía conforme al mudarse de su hogar; En esa casa había nacido y formado como una persona extraordinaria, pero ya era tiempo de dejar atrás ese lugar, ya que su familia heredó una mansión en las afueras de la cuidad, la cual pertenecía a un tío abuelo fallecido, a quien jamás había visto.
A todos se les haría difícil comenzar una nueva vida allí, pues no conocían nada ni a nadie.
La noche de la llegada, cansada por el viaje, su madre decidió acostarse temprano.
Su hermana mayor, al igual que a él, le gustaba explorar y conocer bien el lugar en el cual iban a vivir. En ese momento, ella estaba revisando los grandes muebles antiguos del comedor, llenos de polvo y telarañas.
Y él, por su parte, estaba en el sótano revisando cajas que hacia un montón de años que no se abrían. En una de las cajas encontró un libro, aparentemente antiguo. Le pareció curioso que no se hallara en una biblioteca, pero de todas formas, resultaba evidente que ese libro no era igual a otros. No llevaba título y al abrirlo sus páginas eran negras y tenebrosas.
Le dio miedo comenzar a leerlo solo, así que decidió ir en busca de su hermana al comedor y los dos lo leyeron a la luz de una vela.
-según dice, se trata de una invocación-dijo la joven- Si recitas unas palabras mágicas delante de una tumba, aparece el espíritu de esa persona muerta, y se le concede la oportunidad de lograr algo que no haya logrado en vida. ¡Hay que hacerlo!
-Eso resulta escalofriante Victoria-respondió su hermano-además, ¿qué hace un libro así aquí? ni siquiera hay un cementerio cerca para probar si es verdad este maleficio.
-No estés tan seguro Tristán. ¿Qué hay detrás de este parque?, Yo no pude ver bien por la neblina, pero me pareció ver una cripta. Debemos ir a comprobarlo.
Unos minutos más tarde, ambos caminaban por el oscuro parque, su hermana lo había convencido. El joven llevaba una vela en la mano y ella sostenía el libro.
Justo cuando empezaba a calmar su pánico,
se toparon con una tumba, y luego con otras más alrededor. En ese momento compartieron el mismo sentimiento de terror.
-¡tenías razón! ¡Debemos decírselo a mamá y volver a nuestro hogar!-grito Tristán horrorizado.
Victoria, por su parte, comenzó a recuperar la compostura de a poco, y habló tranquilamente, pero con pensativa curiosidad.
-¿qué clase de viejo loco vive al lado de un cementerio?, y no solo eso, ¡tiene un libro para invocar espíritus!
Luego de meditarlo un instante, comenzó a leer en voz alta, citando claramente cada una de las palabras delante de una tumba, la cual pertenecía a una mujer que murió siendo muy joven. Al terminar, su hermano se enfureció con ella.
-¡¿Qué crees que haces?! ¡Estás loca!
Pero antes de que Victoria pudiera responder, de la cripta emergió una especie de humo, muy difícil de diferenciar de la neblina. Fue formando una figura aparentemente femenina. De todas formas, era algo abstracto, incorpóreo e imposible de sentir y tocar. Ambos quedaron fascinados, pues nunca habían visto nada igual.
-¿quiénes son ustedes? ¿Por qué me trajeron aquí? yo me encontraba descansando hace un montón de tiempo, creo que desde hace una eternidad.
Los hermanos se miraron y al instante una emoción y una sensibilidad muy fuerte los invadió. Pudieron sentir gracias al espíritu, la muerte que ella misma había vivido, hasta ese instante.
Tristán aún no podía articular ni una palabra.
Quién habló fue victoria:
-Por favor perdón, no pensamos que esto iba a funcionar. Con una invocación la trajimos devuelta de la muerte, y creo que fue así porque usted no logró algo importante en su vida. Yo soy victoria y él es mi hermano Tristán. Quién era antes de morir?
En ese instante, supieron que si el espíritu pudiera llorar lo haría, ya que parecía querer hacerlo.
-¡Ustedes no tenían derecho a hacer semejante cosa! ¿Quién les dijo que yo no fui feliz?-el ser parecía estar lleno de melancolía y odio al mismo tiempo, pero no se sabía hacia quién- Yo me llamaba Jade y fui la mujer más feliz del mundo. Era rica, exitosa, famosa, todos me veneraban y a todas les hubiera gustado ser como yo. Los hombres me amaban, pero solo me casé con uno, cada día estaba más enamorado de mí y era deslumbrado por mi belleza.
Tristán y victoria parecieron entender el problema.
-Eso no quiere decir que te haya amado. Ya que te despertamos, que no sea en vano. Averigua si tu marido, familia y amigos de verdad te amaban o si solo los impresionabas con tu éxito y belleza-dijo victoria-Hazlo, quizás no es tarde para cambiar.
-¿Y tú qué sabes sobre el tiempo? Ni siquiera sé cuánto estuve soñando, no lo sé medir. Para mí fue hace una eternidad. Todos deben haber muerto. ¡Los odio! ¿Por qué no despertaron a otros difuntos?
Los hermanos no podían evitar sentirse culpable. Pero era fácil darse cuenta que Jade se despertó por el corazón frio y vacío que tenía. De lo contrario, la invocación no hubiera funcionado. En su vida, todo lo que valía era superficial, no quería a ninguna persona, y quizás nadie tampoco la quería. Al morir no se daba cuenta de nada, pero al despertar sin todo lo que la había alimentado, seguro que era el peor infierno. De todas formas, ese era el momento, tenía la oportunidad de llenar su corazón nuevamente, pero con tesoros verdaderos, lo que ella necesitaba era amor.
No se podían imaginar que pasaría con ese espíritu. ¿Lograría alguna vez volver a morir? ¿Cómo haría para cumplir su misión si era un ser incorpóreo? ¿Cómo averiguaría si alguien alguna vez la amó? ¿Seguirían vivos sus familiares?
Durante varios días, Tristán no mencionó ni una palabra. Pero por dentro, era sensible, acompañaba en su búsqueda al espíritu, aunque solo era con su mente.
Una vez que logró reunir el coraje suficiente, se adentró en las profundidades del cementerio y buscó su tumba. No hizo falta leer las inscripciones, ella estaba sentada sobre su cripta y nuevamente trataba de llorar, pero se detuvo al verlo acercarse.
-Por lo menos si pudiera llorar...- No logro terminar la frase, la dejó que muera en el aire.
-Llorar no te sirve de nada, créeme. Sin embargo, me doy cuenta que tienes mucho dolor en tu corazón, pero puedes contar con alguien. Juro hacer lo posible para que te sientas mejor.
-Tú no puedes hacer nada y yo tampoco. Lo único que me queda por hacer es deambular por el cementerio toda la eternidad. Descubrí que mi esposo no está muerto, pero a la semana siguiente de mi muerte ya estaba con otra mujer, y créeme, a ella si la amaba y desde que estaba casado conmigo...mi familia tampoco me quería.
Ya no había odio en sus palabras, solo tristeza, de golpe había caído en la realidad.
-Pues no estarás sola a partir de ahora, ni yo tampoco. Estuve en soledad toda mi vida, al igual que tu sin saberlo, pero podremos deambular juntos por las noches, al menos es una compañía. Ya no tengo miedo de nada. No hay que tener miedo de las almas porque no tienen un cuerpo, eso es lo que en realidad se debe amar y apreciar.
Durante varias noches estuvieron rondando juntos por el cementerio.
Cada noche lograba hacerla reír un poco más, olvidarse del mundo. También lograba hacerla sentir especial , y en un momento, llegó a hacerla sentir amada.
Había un sentimiento profundo que ambos temían y trataban de ocultar, pero era imposible no liberarlo.
Desde que se despertó, ella solo deseaba morir. Pero por más que no tuviera cuerpo, era feliz al lado de Tristán. Nunca había sentido verdadera felicidad. Lo amaba y sabía que el también a ella. Pero si alguno de los dos lo hacía saber, ella moriría nuevamente y perderían su amor.
-No aguanto más las ganas de besarte Jade, y no lo puedo hacer. Quiero que sepas que eres lo mejor que me paso en la vida, jamás te olvidaré. Te llevaré en mi corazón siempre, y espero que la eternidad guarde mi recuerdo contigo. Te amo, querida. Ahora podrás descansar en paz.
Tristán trataba de acariciar su rostro sin poder lograrlo. Era como acariciar una nube, quedaba evaporada entre sus dedos.
-Yo tampoco quiero dejarte...y no te odio, te agradezco por haberme despertado. Ahora volveré a dormir, sabiendo que en algún momento fui feliz. Soñare contigo cada noche. En algún momento nos encontraremos, te vendré a buscar. Adiós.
Su amado trataba de abrazar el aire, poder tocar su mano, besarla aunque fuera una sola vez, pero no podía. Al menos uno de los dos pudo llorar.
Tristán con los ojos empañados la contemplo alejarse, aunque esa no era su voluntad. El humo que había sido su amada se deshizo en el aire.
Ese libro, el que al principio era una pesadilla, había cambiado su vida y lo había hecho feliz al menos un instante.
Fin.

Texto agregado el 21-07-2014, y leído por 52 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-07-2014 Extraordinario cuento me he deleitado leyendo esta bella obra literaria lo ha detallado con mucho arte y talento escribe precioso me encanta me gusta y me fascinan tus letras saludos felicidades. 5 john-anthony-
 
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