«Es por demás…», vieja expresión de mi madre, expresión que ahora cobra vida, al mirar las nubes descargar su ira sobre esta vieja y golpeada ciudad, llena de hambre y de indigencia, amenazada por el crimen que barre la calle con plomo con la venia del gobernante y, por el otro lado, por la Insurgencia brotada del descontento del común ciudadano.
Es por demás gritarles, en el nombre de la paz, que tengan prudencia pues el amor, sin el don de la paciencia se vuelve ardor, pasión y estupidez extrema; por amor también se mata, por amor a defender lo que creen unos, en contra de los que diferente piensan.
«Escribe en un blog, haz una maraña de páginas en las redes sociales, escribe contra la violencia, escribe a favor de la paz», dice mi vecino, «la propaganda puede mucho y, finalmente, agujerarás las conciencias de los de arriba».
«Es por demás» le respondo.
Una ambulancia rompe, con el martillo de su sirena, los sueños suspendidos en el aire para que la enorme nube termine de arrollarnos.
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