LA LECCION
La corriente no era ya tan recia pero bastaba para arrastrar, a la ligera canoa, hacia los fuertes y peligrosos rápidos que se formaban medio kilómetro río abajo . Los dos hermosos labradores de lustrosa pelambre y de un intenso color chocolate ladraban , quizá pidiendo auxilio en su idioma, asustados al ver como la corriente los alejaban de la orilla donde su amo, un viejo pescador , daba ordenes al animal que, junto a El, respondía al llamado de sus dos hermanos que se encontraban a la deriva.
Para cualquiera que aun no conozca ni haya tenido perros, el ladrido y gemir de los canes, al garete en la frágil embarcación, indicaban claramente el desespero y miedo de los atrapados animales.
Dando pequeños e inquietos saltos con su patas delanteras el fiel animal miraba hacia el bote y hacia el viejo tratando de precisar el impulso de sus instintos y descifrar exactamente lo que pedía su amo al tiempo que con fuertes y autoritarios ladridos respondía al llamado de socorro .
– ¡ Ve Campeón...rápido...trae el bote....! – Ordeno el viejo con desespero .
Oír el ultimo ladrido de sus hermanos y el tono de voz autoritario y suplicante a la vez de su amo, lo catapulto directo a las aguas del cristalino río, al rescate de sus indefensos hermanos.
En verano las aguas aun se mantenían frías pero tolerables , el valiente cachorro nado hacia el bote.
– ¡ Así muchacho ; coge la soga...coge la soga.! – Gritaba constantemente el viejo desde la orilla .
Los perros, a la deriva, ladraban confundidos, el que se encontraba en proa meneaba nerviosamente su cola, el otro solo ladraba ya un poco mas calmado. Luchando contra la corriente y esquivando ramas y troncos de arboles, que aun continuaban flotando después de las fuertes crecidas, el labrador logro llegar a la orilla halando aun la embarcación que se deslizo por la mojada hierba . Con elegante agilidad los dos animales saltaron a la orilla y comenzaron a piruetear y correr como en un singular y alegre baile, como especie de un rito de agradecimiento a la tierra que los recibía, meneando sus colas alegremente.
El viejo amo y hermano mayor acariciaba al cachorro héroe con lagrimas en los ojos, llamo a los otros dos y con ellos camino hacia la parte mas elevada de la ribera.
Con amor sobo a uno de los salvados Labradores y con gesto rápido lo lanzo hacia las aguas del río desde la pequeña altura del montículo , con el otro hizo lo mismo... Después los llamo con igual vehemencia, como con la que le había dado las ordenes al héroe...
– ¡ Vamos, vamos a la orilla, naden hacia la orilla..! De todas formas nada importaba que se perdiera el bote, ¡ El bote se podía perder ! – Se dijo en voz baja. |