Estuve aquí, desde siempre como antes.
Y volviste a mi, en busca de silencio.
Una estrofa te pertenecía como todo yo.

Regresaste del tiempo que necio,
ya no compartimos juntos como antes nunca,
y volvimos a vernos entre letras rotas de ensueños olvidados.

Olvidé tu cuerpo y tu voz, el tamaño de tu boca...
Pero no olvidé el silencio de tu llanto, ni la fría mirada de tu adiós.
Sólo seguimos viviendo cada uno, tras una máscara diferente.

Cada cual su propio orgullo,
a falta de amor, en que intentamos...
Fingir que todo era un arrullo.

Y en ese silencio nos callamos, muriendo prontamente.

Volviste a mi, en busca de silencio.
Te vi rondando entre mis sueños,
la sombra del olvido testarudo...

Que no llegó nunca tras tu nombre.

Y de pronto sentí cruda tu mano,
cual realidad esquiva y lastimera,
que nunca perdoné si nunca olvido.

Maldigo aquellos sueños que ahora vuelas,
si nunca de mis manos se prendieron,
con ese odio mudo que me queda...

Si sólo por odiarte siento apuro.