Tal vez sea verdad que me estés salvando, que la lejanía que me impones me permita seguir existiendo sin verte cada vez que cierro los ojos y siento mi alma...
Tal vez, esta vez, no estés pensando tan sólo en tí... Ojalá sea así, porque esa intención mantendrá a tu alma con vida, a pesar de tí misma...
He sufrido mucho, pero jamás se me ha ocurrido hacerte responsable..., hasta ese dolor lograba amarlo..., me recordaba que estaba viva, me recordaba que mi alma, encerrada por mí misma en un remoto y oscuro lugar, había encontrado su camino hasta mí y me latía fuerte en las venas... Era lo que más deseaba en la vida y tú lograste rescatarla de su continua agonía...
Yo también me rendí, vencida por tu dolor, sabiendo que la lucha nos haría mucho daño...
Ya no busco nuestra estrella en el cielo, ni espero esa llamada que jamás llega... Pero sigues existiendo en mi vida, mi alma sigue hablándome de tí y te dedica sus mejores momentos...
Lástima que mi luz se apague en tu mundo, lástima que no pueda redimir tu dolor... No conseguí ayudarte, esa es mi pena, ese es el llanto mudo que te nombra, el suspiro extraviado que aún se abraza a tí...
Frustración no de que no me ames, sino de que no consigas amarte a tí misma...
Yo no necesité razones para creer en tí; tú buscaste razones para alejarme en silencio... Pero no te dí ninguna, y no por ser más o menos, sino para no darle la razón a tus afiladas dudas, esas que te encierran una y otra vez en ese bonito ataúd de efímera tranquilidad... Ese ataúd en el que un día me miraste y te abrazaste a mí, alegre de estar viva...
Tampoco yo supe luchar por tí... Encuentro un alma que "me quiere tal y como soy", y empiezo a hacer cosas que jamás hubiera hecho yo misma... Quizás eso fue lo que te llegó a convencer de alejarte...
No me arrepiento de nada, pero tal vez para verte a tí misma, no te ayudase en nada el sentir que yo me perdía... Perdóname.

(13/07/04)