Tal vez tenía razón, pero son cosas que suceden sin que uno se lo proponga. Me increpó muchas veces mi ausencia, aunque estaba allí mismo, ausencias que son las que más duelen. No se quien cambió primero pero imagino que fui yo. Un día me lo dijo. Ya no eran sus miradas furiosas, ni sus silencios , fue directa como una saeta que te impacta, que te lacera , ira contenida que se desata y te arrastra, me habló de sus noches solitarias con la cama fría, de mi cambio, de mi supuesta indiferencia , de mi ajeno embeleso, que no lo podía negar, que ella era testigo de excepción y tuve que aceptar que tenía razón, tuve que decirle que ella me daba lo que quería, que sentía una grata satisfacción cuando ingresaba a su mundo, que disfrutaba como un loco de su compañía, que se había convertido en mi droga y le expliqué que sin embargo era diferente, si bien era cierto que la necesitaba no podía amarla como a ella, eso nunca, era imposible, nada que ver; No se si me escuchó , pero noté en sus palabras la decisión al lanzarme su ultimátum: ¡ Tienes que decidir o yo o la computadora !
Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue que me quedé pensando...
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