- Mamá: ¿por qué vamos tan apretados?
- Es que debemos llegar urgente a nuestra nueva casa, y no hay suficientes vagones para llevarnos a todos.
- Pero quiero mear y si lo hago, mojaré tu abrigo.
- No importa, es un abrigo viejo.
- Pero es el único que te dejaron traer, mamá.
- No te preocupes. A ver, déjame darte un beso en la mejilla.
- Mamá, me falta aire, y el señor que está más allá tiene la cara de papá cuando murió. Creo que no se cae porque estamos todos muy apretados.
- Hijito, no mires a la gente, solo cierra tus ojos. Además, parece que ya estamos llegando porque el tren se está deteniendo y ya abrirán las puertas.
- Mamá: ¿por qué esos señores tienen esos perros tan feroces? Mamá, mamá: ¿por qué le están disparando en la cabeza a ese señor que se cayó?
- Solo cierra los ojos, hijo querido. Solo cierra los ojos, que yo te cuido.