BENDITO ADAGIO" PARTE I (Narración)
“El tiempo corre y con él las distancias”
A veces una sola coincidencia, logra acortarla ¡Como aquella vez!...
La recompensa que me otorgó una tarde de mayo; fue tan sorprendente que la sonrisa me duró el resto del día y ¡Más!
-Era sábado, mi rutina; despertar ¡Muy tarde!, organizar la limpieza, entrelazando el tiempo para deleite mío y de mis narices frías...
En el transcurrir; llegó a mi mente, una obligación que no logré en la semana, "Si", olvidé el pago del servicio de agua; así que decidí salir.
-¡El gran problema!, ¿Que atuendo vestir?
Después de terminar la batalla con; este sí, este no, este me queda bien, este me queda mal, con este me veo gorda, auto-respuesta, ¡Pero estoy gorda!... Y lo peor, estar en un lío de tiempo; que sale el sol, luego aparecen nubes negras, luego se impone el sol con más fuerza, luego viene la garúa.
-Por cierto; Yo, soy fan de la lluvia.
- Mientras yo decidía mis propios conflictos; el clima también lo hizo, se quedó sin sol y sin nubes negras. ¡Fresco!, así que me vestí muy casual; eso sí, lleve los lentes del sol, tomé las llaves y el jalón de la puerta me puso en la calle. Avancé unos metros, recordé que olvidaba llevar el celular; más, no detuve el paso; es que dice un antiguo adagio; que si vuelves para tomar, lo que olvidaste; corres dos riesgos:
- Uno; que se te haga costumbre el olvido.
- Y dos; que interrumpas bellos momentos que tus pasos habían encaminado.
Seguí avanzando, tomé el colectivo, me coloqué en el lado del vidrio. "Esa es una manía mía para sentir el aire y perder mi mirada a ritmo de la velocidad".
Poco a poco, vislumbraba el brillo del sol que lentamente se abría; entre momentos mis párpados sellaban la luz y solo respiraba ese ágil viento que votaba mis cabellos, retornándolos a su origen rebelde. Y una vez más, descubría que las cremas; "No son a prueba de aire".
Mis dedos; acostumbrados a hacer las veces de peine, hicieron ágil su trabajo, mientras el colectivo llegaba a su paradero; todo, en coordinación con el tiempo; descendí de la unidad, me coloqué los lentes; dirigí mis pasos a la entidad que recaudaba. En la fila, había cuatro personas delante de mí. Me adelanté a tener el recibo y el dinero en mano, luego un gracias y me retiré de la ventanilla.
-Encontrándome ya en la acera y teniendo la tarde sin planes; mi mente maquinó, una cita con las compras.
"Compras", la sola palabra estimula el gusto y deleite de perderse horas entre probadores, colgadores y maniquíes; así que no resistí y caminé en dirección de mi tienda favorita, tenía el paso moderado, las calles lo apetecían, no había tumulto, no había mucho tráfico; sentía que solo a mí me acariciaba el fresco, estando a mitad de la calle muy cerca de la tienda; empecé a notar, que la acera se iba congestionando; direccioné mis pasos a la derecha, dejando libre la izquierda. Mientras caminaba, vi cómo la gente descubría una silueta, una que el tiempo había detenido en mi memoria; lo vi a una distancia de tres metros, que se acortaban al andar. ¡Yo! Sentí en ese instante; emoción, encanto; se me cortaba la respiración, no baje la mirada, no la desvié, solo lo miré aunque Él, no lo supo; los lentes negros bien lo disimularon, si en aquél momento no los llevaba puestos; sé que Yo, habría bajado la mirada y Él, se hubiese dado cuenta que el verlo me abochornaba y ¿Quién sabe?; me hubiese detenido, le hubiese hablado, quizá nuestras pupilas hubieran cohesionado estimulando un saludo; que nos hubiera permitido, saber a este tiempo que es de su vida y que es de la mía. Dejar nuestros contactos y una promesa, de un día juntarnos; a disfrutar un café, o en fin... El me miró, sin saber que también, Yo lo hice, me di cuenta que Él rehuyó.
Eso, evitó que Yo, me detuviera en seco, le sonriera y le dijera hola.
La escena lo llevo en cámara lenta, cruzamos el aire, respiré sin detenerme y sonreí hasta llegar a la tienda, y seguí sonriendo, y al escribir también lo hago, así terminó el sábado, gustando de mi recompensa y agradeciendo al destino de encaminar mis primeros pasos sin detenerlos para disfrutar un bello instante.
Han pasado días de aquel acercamiento, y aquí estoy por las mismas calles, en la misma hora; buscando las esquirlas de su aroma.
- ¡Pero nada!
Suspiro su nombre y me estremezco, y pienso que a veces el destino es generoso y cuando me conceda diré sin miedo.
- ¡Hola Tadeo!
Hago un mohín triste, enbolsillo mis manos, camino.
Continúa…
Krisna…
Puedes verlo en http://krisnatrazandounverso.blogspot.com/2014/07/bendito-adagio-parte-i-narracion.html |