Funestos colores afloran de tu boca; de timbres Quebradizos, dulces y espesos. Cansado el deseo de lo que no imaginamos, Hambrientos de vida y tiempo. Universal temor a lo moribundo, desorientados entre el mármol y la brisa; entre secas algas del mar de palabras. Nada Atrayente, todo se esparce, se aleja, se separa, Innecesaria las manos fundidas las palmas. Arrastrados los bultos, tumores de mi alma. Encerrado entre árboles de hojas taciturnas; opacos los frutos del paisaje vacío, postrera la idea, el gusto, el paso; Triste y alegre la verdad ambigua. Leprosa el aura que no se contagia. Desarticulada la arena de rocas lunares, carga el baúl de los monstruos risueños. Altura en mis ojos cuando rezo al abismo, deforme ángel me regala sus alas, quemado su rostro de loza y arcilla, derramada la esperma de vela y polillas. Marchito los cantos al desierto de adobe, azotado de olvido y ensangrentadas murallas.