De repente, todo su mundo estaba desmoronado. A la mañana siguiente, sin embargo, se fue componiendo. Arregló unas cuantas cosas y preparó la valija para unas cortas vacaciones.
A la vuelta había cambiado el panorama nuevamente. Sus antiguas amistades se desvanecían no se sabía por qué razón. Empezaron los problemas pero ya no tenía plata para coger el portante. Durante su ausencia se habían extendido rumores que ya no se podían acallar. Tuvo que pasar mucho tiempo con su caterva de muertos y demás para que se esclareciera mínimamente el incidente. Carne sacrificada en el ara de la verdad. Carne sacrificada que se puede llevar a uno por delante, pero que no fue el caso. Vladimiro Utiel se encontró con la soledad de repente, cuando su vida había discurrido hasta la fecha del viaje por cauces angostos, pero de compañía.
Era lunes cuando todo terminó, cuando ya todo le importaba lo que un forúnculo en el culo. Por fin se hizo una idea de la composición que había obrado en su contra durante todo aquel tiempo.
No me importaría morir ahora, se dijo, pero hizo otra cosa diferente. Se armó de valor y le descerrajó un tiro.