Me gusta que me quiera en silencio, pero yo no elegí.
Yo habría elegído que me amara en un grito.
En el estruendor de una carcajada.
A mí me hubiera amado cuando niña
o cuando vieja,
Pero no ahora. No así.

Le hubiera dado entonces, yo, más que mi vida;
más que mis letras;
quizás un hijo;
tal vez un libro donde le hablara de mi piel y,
mis anhelos,
pero no los de ahora, sino los de hace tiempo
cuando mis ojos lo perseguían todo
y mis temores dormían bajo la cama de otra.


-Heme aquí hablando al mismo ritmo de muchas direcciones,
de mil oscuridades
que han servido para emprender abrazos,
sitios donde han rodado tantos cuerpos
vacíos o plenos-


¡A mí me hubiera amado cuando nació!

me hubiera hecho su musa –y no su amiga-

… por qué no, me hubiera amado en otra vida, cuando aún tenía ganas de morir por amor.