Un cántaro sediento al río llegó,
del refrescante amor que discurría
su vacuidad y sed saciaba,
la dicha al verse satisfecho lo embriagó
sin sospechar que a lo lejos,
el furioso vendaval,
de funestos sentimientos se formaba.
Vino raudo el elemento,
soplo que sin poder cerrar la boca
el cántaro arrojó sin miramiento
y viéndose lanzado hacia la roca
en victima lo convirtió la furia loca
sin entender lo cruel del sufrimiento.
Un crujir terrible fue lamento
Y el amor del pecho se vertía
El barro hecho pedazos pretendía
Conservar el líquido en su seno
Pero el amor se fue, no tuvo freno,
Y la sed volvió, y aunque sufría
El pedazo de barro presenciaba
Cómo otro cántaro de amor se rebosaba
En el mismo torrente que fluía.
Texto agregado el 12-07-2014, y leído por 126
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