Cesarina, la lumachita, es bien dormilona.
Abre los ojitos y los deja semi-abiertos como dos pepitas de oro, atisba desde un lado moviéndolos sin resignación.
Cesarina, la lumachita:duerme, ronca, vomita, se enoja. Es anciana y calla, sus alimentos son solamente quiniento mililitros de leche con tanto de miel y de aceite de oliva, bebe agua, bebe coca cola, bebe limonada.
La lumachita suda por la noche y babea todo el día, defeca cuando la giramos para la derecha y también para la izquiera. A veces no dice si quiere defecar y lo hace sin escrúpulos.
Yo sé que recuerda a su marido soldado que en una tarde de invierno murió de un mal dolor al cerebro.
La lumachita me ha hecho sentirme menos y otras vez mucho menos, sabe humillar y sentirse humillada, pero las dos sabemos defendernos.
Aunque si en ese Horizonte de senectud, no la comprendo, entiendo que su partida apremia y que la Lumachita Cesarina dormirá, mañana o al día siguiente. Pero vive, observa, alza la mirada...
La lumachita Cesarina babea y me observa.
|