Al borde del destierro el hombre sumaba su voz al infinito.
Llegué sin proponérmelo y no lo conocí hasta el día de su muerte.
Éramos pálidos a la luz de la Luna enrarecida por una madrugada caprichosa. Me miró sin comprender y le devolví la mirada.
-¿A quién buscas? –me interrogó.
-Busco a un hombre que no conozco; uno liviano; uno del que nunca oí hablar…
-Sigue tu camino, forastero… aquí sólo hay olvidos.
Me mantuve despierto y hermético, impávido ante el vaho de liberación consumado en mi presencia. Volví a mi borde, a mi frontera inquieta, sumándome a su olvido.
Recuerdo el destello de Luna y la frente alzada. Su mirada curiosa envolviendo la tierra gastada, razón del insomne que me negué a compartir.
Sé que me dijo algo, pero no lo recuerdo.
Caminé bajo un cielo ajeno.
Mis pasos aún estaban marcados sobre el pasto.
Sentí la opresión de caminar sobre mis propias huellas.
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Este texto no es mío
Gracias a su autor por permitirme publicarlo
Texto agregado el 04-07-2014, y leído por 309
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Lectores Opinan
17-11-2017
Tiene algo como de Pedro Páramo ¿no? Hay un cuento de Ray Bradbury que se llama "Encuentro nocturno", perteneciente al maravilloso libro de "Crónicas marcianas" que creo te gustaría. walas