Inicio / Cuenteros Locales / roblongwood / Oye Raúl.
Ignoras mi bostezo a tus palabras, cuando gorduras atrás fueron unos ojos abiertos con las cejas bien arqueadas peludas de interés. Nuestras manos entrelazadas. Tus dedos entrevistando a los míos preguntándoles que qué. Eran los tuyos a los míos o al revés. Hoy día sólo escucho el principio para luego despertar mi atención hasta el final; esto es el mientras tanto: Las colegiaturas de los niños, mis viejos zapatos, tus manías heredadas y el café que tanto me gusta pasan por la ventana. Luego tu insoportable madre, acto seguido, mi estúpido hermano con un espejo entre brazos y al final un tren descarrilado. Hace tanto que no nos desviamos. Ya no llevas el perfume, sólo tu desodorante que huele a engarruñado, no sé cómo. Mis calcetines son tan impares como nosotros. Los tiempos en que juraba te bajaría la luna a chingadazos han pasado y me he conformado con el remedo de un amante que vive de autoengaños. El que regala camas tendidas en lugar de besos; que baja la tapa del baño para que te sientas bien. Ya no te asfixian mis labios. Hoy te tapa la boca una mirada entrecerrada y los gruñidos que simulan decir okey, está bien.
Mi presencia bien podría ser la del infierno. Hace mucho que dejó de imponer su respeto. Soy sólo Raúl, el del Jesús en la boca y Rosario en el cuello. Desearía no tener que matar a los niños para que me dejes, y no pagar colegiaturas nunca más. |
Texto agregado el 03-07-2014, y leído por 97
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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03-07-2014 |
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Juro que no soy (ni seré) ese Raúl... RaulRojas |
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03-07-2014 |
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Muy bueno. filiberto |
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