Lo recuerdo como si hubiese pasado hace un instante atrás. Cielo azul, Aire fresco, suave y puro. Los primeros rayos de sol, Asomaban sobre laderas de las montañas mas altas. Paisaje imponente pensé. Acostumbrado al bullicio de la ciudad, El silencio era abrumador. solo el ruido de las piedras sueltas al caminar y mi respiración, me acompañaban al acercarme al gigante brazo de piedra que dormía sobre el río.
Ya por el medio de aquel puente. Escuche a lo lejos.
- !Señor, señor!. - Levante la vista y me detuve. Sabia que era para mi ese llamado. Segundos antes había notado que estaba prácticamente solo en aquel sendero. Divise no muy lejos un muchacho que se acercaba a paso rápido, con acento de buena gente y extendiendo sus manos sosteniendo un objeto dorado.
- ¿Quiere comprar un recuerdo Inca? - Me dice presuroso.
Observe por unos segundos aquel objeto de forma de taza de té.
- ¿Cuanto quieres por el? - le pregunte, mientras curioseaba indefectiblemente la taza té. No salía de mi asombro, no podía entender de que material era. Con el tiempo supe el secreto y la técnica de tan bellos souvenirs. Pero esos es algo que el lector debe descubrir personalmente.
- Diez pesos. - Contesto el muchacho.
-Pero le puedo hacer ocho pesos. - replico rápidamente.
Convencido de adquirirlo. Le pedí que me acompañara hasta el hotel, Porque no tenía cambio. el accedió y emprendimos el camino nuevamente.
¿Como te llamas? - le pregunte.
- Horacio. - contesto
¿Vives Aquí? volví a preguntar. Ya con menos aliento debido a la altura y la subida empinada del sendero.
- Si, Mi papá trabaja en el hotel y ahí vivimos.
Después de esa respuesta, no volvimos a hablar. Cerramos el negocio y lo vi de lejos un par de veces en mi estancia en tan solitario e inhóspito lugar.
Con el paso del tiempo. Leí la noticia que un alud había caído sobre aquel lugar destruyendo todo. Lo primero que recordé fue al muchacho, quise saber mas, pero la distancia me lo impidió. Y me prometí volver.
Y acá estoy parado frente a tantos recuerdos. A pasado tanto tiempo, que los siento vagos y lejanos. Y recuerdo a Horacio, con sus tazas.
La montaña igual como si no hubiese pasado nada. Solo ruinas del hombre Y un puesto de Souvenirs.
Me acerco a paso lento. Y me abro camino entre la gente que miraba todo sorprendida, como yo aquel primer día.
Un Hombre de tez quemada por el viento y el frío. Se mantenía de pie expectante por alguna venta.
Por un momento pensé será Horacio y mi corazón se acelero. Y di media vuelta y me fui.
Ahora de regreso en casa, sentado en el sillón de mi living, pienso y doy por seguro que aquel hombre era Horacio, ¿Y porque no?. |