EL SINPALETA
Desde pequeño José tiene una particularidad: le falta un diente. Exactamente el incisivo central superior izquierdo. Nunca le salió el de leche, y el odontopediatra le dijo a su preocupada madre que no se alarmase tanto, lo más probable era que a la edad adecuada le saliese ya el permanente, claro que seguro tendría que concurrir al ortodoncista por el desacomodo que esto provocaría en todos los demás.
Sin embargo, llegado el momento el esperado hueso blanco no hizo su aparición y José se quedo para siempre sin tan preciada pieza, con los imaginables problemas que esto le trajo a su vida. A veces nuestra imaginación nos juega malas pasadas, pero este no es el caso, ustedes entenderán perfectamente lo que sufrió el niño sin diente. Burlas, dificultades para comer, para hablar, desprecio. El “sinpaleta” lo llamaban
Visito distintos cirujanos maxilofaciales pero no hubo prótesis o implante que quedara sujeto a su encía. Su madre cosió horas y horas para remediar la falla de nacimiento que le había dejado al hijo, hasta que su máquina se apago, sin poder completar ese vacio
El desdichado se mudo .Se fue a un pequeño pueblito a trescientos kilómetros de la capital. No podría decirles como, pero seguro ahí llego acabado. Sin hueco. Poco a poco, como se apagan la luz de las pupilas cuando te llega la hora, se fue haciendo amigo de todos. Nadie sabía de que vivía, es decir, con que se ganaba el sustento, la comida, el techo .A nadie le importaba. El porteño, como le decían, estaba siempre dispuesto. Ayudaba en el centro de salud, en el comedor comunitario, en la radio de los vecinos. Era medio raro, pero simpático, tenia actitudes extrañas, por ejemplo pararse detrás de los arboles, agachar la cabeza, mirarse en el espejo… pero ya se sabe, “de poetas y de locos, todos tenemos un poco”, no?
En fin, que en esas estábamos, cuando empezaron a suceder los hechos que nos ocupan. En ese pueblo tranquilo desapareció un adolescente y apareció un cadáver adulto masculino. Luego otro. Y un tercero. La gente estaba aterrada y desconcertada. El misterio para ellos aumentaba ante el escabroso detalle de que a todos los cuerpos le faltaba un diente. Hasta que José recibió visitas. La anciana tía hermana de la madre. Fue ella quien conto a quien quisiese escucharla :
- Desde pequeño José tiene una particularidad: le falta un diente
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