Esta noche el no vendrá. O quizás si.
Me pregunto si tan solo juega conmigo. ¿Qué es lo que está haciendo? Me incomoda sentirme como me siento y pienso en la puta madre que lo parió. Pero ahí viene el y me besa, y pone sus labios contra los míos y me da esa mirada que mata… y aquí estoy yo, enamorada.
Enamorada.
Después de años. Cuando mi adolescencia hace mucho abandonó mi cuerpo. Cuando lo que se aproxima es la vejez de mis ovarios y las arrugas en mi rostro. Cuando pienso en que el amor es simplemente una razón más para ver películas y cuando hace tanto pero tanto que “sentir” significaba NADA. Hoy siento, aquí y ahora, por ti. SIENTO.
Siento como el tiempo se congela, la galaxia se queda finita, la tierra ha dejado de girar. Eso me hace. Me vuelve loca. Me hace dudar, preguntar, sentir… sentir. Me vuelve loca. Me hace quererlo como a una droga, como un medicamento sin el que no puedo estar. Siento dolor cuando no está cerca. Y cuando me toca yo vuelo, directo al espacio y de vuelta. Me besa y yo sueño, directo al cielo y de vuelta.
Su ternura me derrite. Cuando amarra sus dedos con los míos.
Estoy perdida en el azul de sus ojos. Podría contar las pecas sobre su nariz mientras el duerme a mi lado. Sentir su respiración hace que mi corazón siga trabajando, porque yo sin su aire me infarto.
Su dulzura me ha hecho adicta. Cuando envuelve mis piernas en sus piernas.
Su abrazo es un arma mortal y cuando me mira a los ojos sencillamente me mata. Muero y revivo en sus brazos. Me llena de sentimientos que hace mucho tiempo no sentía, como si hubiese estado muy muerta desde hace siglos y con ese abrazo, arma mortal, el es capaz de resucitarme. Me controla. ¿Qué es lo que me pasa?
Mi temor es que solo quedan pocos días para amarnos. Pero ¿acaso nos amamos?
Pero yo ya no se qué cosa es el amor. En mi había muerto todo de raíz, hace ya tanto tiempo, sentir este latido incontrolable, esta ansiedad que me paraliza, estas ganas… esta sinrazón que me hace desearlo. Comprendo ahora que estar enamorado es como estar enfermo. Pero el “amor” no es egoísta, dicen. Y yo sí lo soy porque lo quiero para mi, ahora, siempre, lo quiero con locura y quiero que el me quiera de la misma insana forma.
Su olor me marea. Es como aire porque no existe. Y su piel siempre es suave bajo las yemas de mis dedos que corren sobre sus huesos, sintiendo las curvas y las cicatrices, las imperfecciones de su cuerpo que lo hacen perfecto. El abre sus ojos al mínimo movimiento que yo hago, mientras dormimos juntos ninguno de los dos duerme. Nos consume el deseo de querer estar despiertos el uno para el otro. El se queda mirando la nada, que está siempre pintada en el techo. Piensa solo Dios sabe que cosas. Yo también miro a la nada, pienso que cuando abra los ojos la mañana habrá llegado y la maldigo desde ahorita porque no quiero que este abrazo se acabe nunca. Quiero decirle que lo extraño desde ahora, desde que llegó a mi lado en esta cama y me abrazó a el con la fuerza con que lo hace. Ninguno ha dicho nada. No hablamos de sentimientos ni de relaciones ni de quedarnos el uno con el otro por hoy, por siempre o nunca mas.
Hay noches en que lo espero, con la luz prendida y el libro abierto. Y él llega sin avisar, cuando mis ojos ya se cierran y el cansancio de un día laboral empieza a sentirse desde las puntas de mis pies hasta las puntas de mis pestañas. El abre la puerta y se acuesta a mi lado, pone sus labios sobre mi cuello y me dice un montón de palabras… hablamos muy poco de nuevo. Nunca nos hemos visto desnudos. Nunca nos hemos tocado.
Soy controladora, obsesa, preguntona, habladora, soñadora, escritora, perfeccionista y exigente.
Pero con el no controlo absolutamente nada, no puedo emitir juicios ni hacer preguntas, no hablo mas de lo necesario y mis sueños se vuelven ruido blanco, escribo solo por el y sobre el y de perfecto no existe nada, absolutamente nada. Lo único que exijo esta noche, es que cuando nos abracemos y besemos y nos sintamos tan correctamente hechos el uno para el otro, la noche no se acabe. Yo no tenga que tomar un avión y el no tenga que irse de regreso. Exijo hoy que se estire el día y que no se acabe. Que sea tal como ayer, cuando por fin nos dijimos “te quiero” mutuamente, cuando por fin nos amamos, amarrándonos el uno al otro con tanta seguridad y perfección, como si nos hubieran diseñado en la misma mente y vendido por partes. Quizás las partes se buscan en este universo de elementos diseñados y fabricados por montón… quizás cuando ambos sepamos que no existe mas perfección que el encaje de ambos en un abrazo, quizás nos busquemos para encontrarnos, por casualidad como esta vez. Sin querer, como esta vez.