Contigo me siento en paz, como si estuviese haciendo lo correcto, sin contradicciones entre cabeza y corazón, sin diatribas, con amor, amor destrabado y sin miedo, amor a cuando te ruborizas y llegas tan cerca de mí, dándome calor, dándole sentido a mi corazón para existir, actuar, seguir.
Amor es para mi simplemente hacer que tu rubor no se apague nunca, porque eso es bueno, es sano, es natural y no hace daño a nadie, y no necesita hacerlo para dar vida porque es amor puro, que se alimenta de si mismo, de las pulsiones que nacen de las tuyas, y de las mías que originan las tuyas, de tu querer, de tu rubor.
Tanto amor hay en mi para expresarte, tanta verdad oculta en mi corazón sublimada al compás de tu rubor, que un siglo entero podría estar escribiendo estas letras, diciendo lo mismo, no diciendo nada y diciéndolo todo. Son las lágrimas de mi afecto entrelazado a lo sublime lo que me alivian y satisfacen, y es entonces, como al inicio, cuando me siento en paz, satisfecho y tranquilo, pero ahora también vacío, como si hubiese soltado una gran carga. Esa carga que tu has sacado conmigo, ayudándome con tu rubor, con tu amor, con tu flor, con tu sonrisa intermitente rodeada de tu expresión de miedo, miedo de saber que se esta amando demasiado, de modo único, irrepetible y a hierro candente.
Miedo de no saber si se podrá volver a amar a alguien de igual modo, miedo de no saber si se está apostando demasiado alto, sin garantías, miedo de ser engañado. Miedo y lágrimas unidas a tu rubor y tu sonrisa temeraria y sin reservas, que hacen que mi pecho se llene de dicha como nunca antes y desee simplemente entender que es lo que quiere mi corazón, más allá de tomarte y poseerte.
Entendimiento que se traduce en inspiración de lograr comprender, sublimar, elevar mi alma de lo terrenal sin dejar de coger tu mano, sin dejar de estar dentro de ti, sin dejar de contemplar tu perfil mientras ríes, haciendo ver que no me ves sabiendo que te estoy mirando, encandilado con mi musa.
Todos estos chorros de amor han estado dentro de mi durante mucho tiempo, pero ya no puedo aguantar más este amor que yo siento, no quiero ya ser más duro, no quiero ya quererte como a un animal. Solo quiero elevarte conmigo y que subamos juntos hacia lo más alto, cogiendo tu mano, tú riendo y yo observando tu perfil y tu rubor.
No quiero que te vayas, pero ya estas fuera. No quería decidirme, no pude atreverme a estar a tu altura y no lo estaba, o si. Simplemente no quería decepcionarte, no quería ver como te decepcionaba conocer más de mi. No quería imaginarme cono tu sonrisa se borraba de tu cara al descubrir más de mi persona. Mi cabeza me arrancó de ti, pero mi corazón aún sigue llorándote todas las noches, recordando tu rubor, tu sonrisa y tus lágrimas, odiando a tu actual pareja y convenciéndome de mil formas de que yo no soy como él, ni como tu.
Diciéndome que somos diferentes, pero introduciéndome falazmente entre líneas,para sobrevivir, que yo soy mejor. Nunca te olvidaré, porque aunque cambies tu rubor seguirá en mi mente como el primer día, no puedo expresar cuan mágico fue ese momento, cuán valiosa me pareciste y cuán valiosa me sigues pareciendo. Honrada, valiente y graciosa, como un manantial de alegría, como un torbellino de pasión y harmonía.
Todo esto nunca se irá, ya eres eterna y tu recuerdo siempre vivirá. Lo mereces, lo merece tu valentía, tu arrojo, tu fuerza, tu naturaleza, tu pasión, tu generosidad y tu valía. Tal vez siga escribiendo sobre ti, pero de momento sólo quería llorar estas lineas y recordar la emoción que tu menuda silueta y tu rostro redondeado, elefantíaco y unguido en juventud me generaron en su momento.
Gracias por todo tu amor, amor.
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