Tal vez no supo con quien contar en su debido momento o quizá confió en quien creía era de confiar, todo le supo mal pues había pasado por mucho y nada de eso mucho era bueno, escucho una canción que decía que si ya nada podía ir peor espere que sople el viento a favor. Y espero y espero sin mover un dedo, solo levantándose a diario, bañándose, vistiéndose, manteniéndose ocupado en cualquier cosa o simplemente caminando.

Y así pasaron los años y se quedaba solo, sus amigos se casaban y por supuesto el no asistía a las bodas pues no era algo que le animase ni que le importase, hasta que un buen día decidió dejar de esperar y cogió sus cosas y sin decir nada a nadie se largo lo más lejos que pudo, consiguió un trabajo en un barco sin importarle a donde iba, solo tenía que limpiar la cubierta, ayudar en la cocina, bueno…..hacer lo que se necesite o ayudar en lo que se necesite, el capitán vio en él su propia juventud y su falta de rumbo, y que mejor para los que no tienen rumbo que una casa que viaja constantemente de lugar a lugar, ciudad a ciudad, cada vez un rumbo diferente.

La vida en el mar era tranquila, incluso las tormentas mas fuertes eran mil veces más suaves que los tormentosos pensamientos que lo atacaban en el pasado, ahora está en el mar y ya han pasado muchos años, siente deseos de pisar tierra y buscar algo, está esperando que el barco llegue a un puerto que le parezca atractivo para bajar y esta historia continuar……………….