Desconozco si alguna vez llegará a mis manos este despreciable relato. Pero si en lo que resta de mi vida, se presenta tan mezquina suerte, sólo ruego a Dios que se apiade del inevitable tormento a que entonces se sujetará mi alma.Podría ser sin embargo que la muerte me haya salvado de ese oscuro hado, y otra persona encuentre esta narración, hasta la inimaginable posibilidad de que sea yo que en este momento la esté leyendo, y ni siquiera asome por mi mente, que haya sido el autor de estas aborrecibles líneas.Seré breve, porque no soporto ver más aquello mientras escribo… Y lo haré con el único propósito de advertir a mi ánima, entiéndase a la que vive fuera de la pesadilla a la que ahora estoy prisionero mientras relato esto, de la amenaza que constantemente oscila en su derredor, en las noches, cuando duermo…Emerge todas las noches después de caer en el plácido sueño, una brumosa imagen, en la que a pesar de la penumbra de mi habitación, puedo ver mi cuerpo postrado en la cama. También distingo las paredes, el piso, pero lo que más agobia mi espíritu, es lo que puedo ver ¡y estoy viendo en este mismo instante ahí, levitando debajo de la cama!Intentaré describirlo, pero no estoy seguro de hallar las palabras que merezca tan espantoso y repulsivo ente, demonio, fantasma, o lo que sólo el Infierno podría albergar como parte de su infinito horror. ¡En este momento me mira!, y no sé si está sonriendo con mueca de maligna degeneración, o si es el efecto de la sombra sobre su deforme cara.Posee extremidades como ser humano, con cabello largo, verdoso, ¡verdoso como el fétido moho! Su tez es como la de un cadáver pronto a la putrefacción, sus ojos son vidriosos y negros (¡esos ojos que no paran de mirarme!) y brota de ellos una asquerosa pus amarillenta impregnda con coágulos de sangre. Su atuendo es una gris y roída bata de cama, pero no puedo determinar si pertenece a la época en que escribo este suceso, o a algún pasado siglo. Tampoco puedo discernir su género. ¡Sólo sé que está ahí, y lo veré cada noche cuando esté dormido!Pero no es mirar su corrupto trastorno físico lo que me causa el mayor pavor. Es la “sugestión” que emana de ese espanto, ahí debajo de mi cama… mientra al parecer mi cuerpo de la vida real duerme apaciblemente, y por más que grito en esta parálisis de horror para intentar despertarlo, el terror se acrecienta al comprobar la incapacidad sonora que posee mi aliento en esta aborrecible pesadilla.Pero al igual que en tantas ocasiones, sé que cuando despierte, seré una persona “normal”. Tal vez hasta tenga una vida feliz. Y jamás creeré siquiera, que estas líneas pudiesen haber sido escritas por alguien sensato y lúcido como yo. Mas si alguna vez llega este escrito a mis manos, posiblemente seré un lector más, burlándome de su mórbido contenido… Pero imploro ¡Oh lector atento y fiel!, recordar hoy antes de dormir, que leyó este relato… Podría ser usted mismo quien haya redactado esto como propia advertencia a su ánima de la realidad , y no lo recuerda ahora tan lúcido y campante leyendo. ¡Revíse que no yazca levitando ese putrefacto ente infernal debajo de su cama!