Raudas se alejan las olas de mi ocaso dejando solo remembranzas inútiles, recuerdos de épocas pasadas donde el mas allá se veía aletargado en una bruma de vida por venir, siento el recorrer de las horas por la sangre que no poseo, esas que invaden mis entrañas de memorias perdidas en el tiempo.
El caer de los minutos, me traen los calurosos veranos de enero donde el pasado fue juventud, guardadas se encuentran las caricias que jamás di, los besos arrastrados por el viento, y la espuma del madrugador café que acompaño mis frías mañanas donde observaba a través del aparador.
En un baúl se encuentra almacenado mi lejano ayer, otras como yo caídas en este circulo inútil, veo a través de la cortina de mis ojos reminiscencias marchitas que parecen encubrirse hacia lo mas hondo de mi arrugado corazón, espero la muerte, como se espera navegar en un vasto océano de aguas tranquilas.
Quiero fundir mi ser en el sol, para ser eterna e iluminar para siempre cuan rayo de luz, quiero ser como el viento, indómita libre y llena de esplendor, caminar sobre las nubes como algodón de azúcar que se pega a mis pies.
Pensar en el pasado es pesimista, pero vivir en el presente es algo ajeno y extraño que me es difícil de comprender, mi vida se ha tornado nada mas que el latido de un cansado órgano obligado a tocar melodías llenas de polvo y atardecer.
No hay arrepentimiento, solo añoranzas de una vida congelada en la inmensidad del infinito, heme aquí, nada mas que una rosa esperando la caída de sus últimos pétalos, ¿Qué más da la muerte de una flor? puedo ser como cualquiera de esas otras que arrancas para tu amada.
Considero un pecado mortal y horrendo cortar una flor, ya que es inevitable pensar que su belleza no durará mas que unos días, donde luego la desecharás y no será más que basura.
Soy nada más que una estrella fugaz y pasajera que espera fundirse en su caída, y perder tristemente su fulgor. Y aquí, condenada a ser nada más que un adorno que cuando se encuentre marchito, despreciaran como desprecian la soledad.
Soy un objeto inerte que pide a gritos un vaso de agua, solo para ahogarme en el y no ser nada mas que el borroso recuerdo de la rosa que alguna vez soñó ser más, que solo el centro de mesa de un agitado domingo.
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