El escritor como un buen guerrero,
empuña su arma para escribir,
intentando siempre ser un pionero,
creando algo nuevo que percibir.

Un campo de batalla minúsculo,
tinta derramada cada batalla,
efectuada no solo por músculo,
hay algo que en la mente se halla.

Guerrero demasiado admirable,
sin sangre puede llegar al corazón,
llega a este de forma amable,
y maneja de él cada emoción.

Guerrero que no mata ni destruye,
ya que no lo ocupa para vencer,
guerrero que en su lugar construye,
en el alma un nuevo amanecer.

Un guerrero que genera batallas,
cada que su escrito es leído,
y vence con honores y medallas,
cada que el lector es conmovido.