De Rufio Vatreno a Marco Aurelio Cneo Comandante en jefe de las legiones en Galia.
Salve Marco, espero que el correo por el cual te mando esta carta logré encontrarte , al recibo de ella por ti ya no me encontraré en Roma, hemos partido a toda prisa en dirección a la zona de Pavia, ya que un tal Odoacro, hijo de Edecón esta montando un poderoso ejército con el cual quiere llegar a las puertas de Roma.
La situación es complicada y como tu puedes saber querido hermano, no corren buenos tiempos para el Imperio.
A cerca de nuestra última conversación, allá por tierras germanas, he hablado con el emperador, pero ya sabes que el poder embriaga y ya casi nada queda de aquel inteligente y valeroso general al que servimos con fervor en Asia. No atiende a razones y esta preocupado más por la cantidad de oro que entra en sus arcas personales y de situar a sus familiares al frente de los mejores cargos de poder, que del peligro que corremos.
No somos ni la sombra de lo que fuimos, me entristece dejarle a mis hijos un futuro incierto, pero hay algo más querido Marco, sufro pesadillas y he llegado a soñar con futuras generaciones donde el latín es un mero recuerdo del pasado, el cual sólo lo hablan viejos sabios deseosos de sabiduría ¿te imaginas?, pensaras que estoy loco pero... quizás el envejecer ha hecho que me quede sordo, no se si es mi imaginación, pero he dejado de oír el retumbar de las pisadas de nuestras legiones al avanzar. la maquinaria se oxida Marco (Alea jacta est) y nuestros estandartes y nuestras águilas yacen en la tierra cubiertos por el polvo que levantan los enemigos de Roma, en su avance hacia nuestra aniquilación.
Somos la vieja guardia pretoriana Marco, la que cierra filas en torno a nuestro Cesar, para defenderlo de los que se rifan su manto de púrpura y oro, tras nosotros, ciudadanos de Roma, quien quedara?.
Ya se acercan Marco, oigo sus gritos ladera abajo, pronto estarán aquí, ya mi espada los espera, son miles, por todos los dioses, retumba la tierra en su carrera hacia nuestro campamento. Te veré en el jardín de los muertos Marco.
Fuerza y Honor