Decía Gabriel García Márquez que el ejercicio del periodismo le suponía una gimnasia útil para la práctica literaria. Igualmente, participar en la página de los cuentos nos supone enfrentarnos a las letras con la posibilidad de ser leídos por gente que comparte la misma afición, a la vez que nos fuerza a corregir y revisar nuestros textos. Es en definitiva ese mismo ejercicio del que hablaba el eximio escritor.
Uno de los placeres que recuerdo de la infancia era acercarme al gallinero y toparme con la sorpresa de los huevos que había en el nidal. Gozo muy similar me produce leer los comentarios, huevos en el nidal, que los cuenteros tienen la deferencia de dejarme cuando se pasan por mis textos. Desde aquí les agradezco el gesto.
Igualmente, nos posibilita intercambiar impresiones con gente de las más diversas nacionalidades, con las que a buen seguro la relación no pasará de lo virtual, lo que no obsta para entablar una relación muy parecida a la amistad con gente que comparte el placer de las letras.
Yo, que soy discutidora y charlatana confesa, he pasado buenos ratos en el chat pegando la hebra con los habituales. He conocido a gente encantadora con la que disfruto de la conversación. Me he acercado a sus textos, entre los cuales en más de una ocasión he quedado sorprendida por la calidad literaria de los escritos.
En alguna ocasión se ha producido la circunstancia de cocrear, actividad muy interesante.
Es por todo ello por lo que se hace costoso abandonar la página azul, más allá del prurito literario que, salvo en ocasiones contadas, nunca tuve, pues encaro la labor con la humildad de una aprendiz, poco tentada por los oropeles de la gloria. Simplemente me seducen las palabras, las historias; me gusta bucear en mis adentros y compartir con ustedes, sin otro afán, pues uno de los privilegios de la madurez es irse desligando de afanes.
Desde aquí les agradezco el tiempo que me dedicaron. |