Una infortunada tormenta puso al cielo en peligro aquella noche en la que llovieron estrellas. La luna llena se fue apagando hacia el menguante y huyó en la luna nueva.
En el firmamento sombrío, el techo el cósmico comenzó a resquebrajarse y estalló en millones de partes dejando entrever grietas de luz por la fuerza infinita de un sol que golpeaba con sus rayos en la noche siniestra de los tiempos.
Los custodios de las penumbras intentaban vanamente absorber su luz subyugados por la explosión de colores que comenzaba a bañar desde el horizonte un nuevo amanecer.
OTREBLA
Texto agregado el 15-06-2014, y leído por 138
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Lectores Opinan
15-06-2014
TOBERAL tu texto está un poco críptico, pero gusta. Me gusta. ZEPOL
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