El color rojo del agua
Se dirigían a cenar, el lugar lo de menos. Todo desconocido y hermoso a la vez: el río el puente de madera, las serranías, los hoteles, los restaurantes. Todo. Descendieron de los cerros, miradas cansadas. Aun se dejaban ver las huellas que la lluvia de esa tarde dejo por todas partes. La misma calle sinuosa y húmeda descendía a pasos lentos. El río llevaba abundante agua, y las curvas de su recorrido dejaban escuchar un sonido parecido a tenues cascadas, que se alejaban a medida que ellos se alejaban.
Estaban sentados en la mesa, a orillas del gran ventanal, a través del cual se veía el puente, el río y la falda del cerro a la derecha. Gente subía y bajaba del pueblo La Cumbrecita, en Córdoba. Algunas personas ofrecían alojamientos, otras comidas diversas, otras propagandas de tour por las serranías cercanas.
Una mujer de mediana estatura vestida con atuendo color rojo, con una capucha al tono y un cinturón amarillo, se la veía ir y venir con su bolso blanco y grande, trayendo papeles para la propaganda del día. Varias veces hacia el recorrido.
Mientras solicitaron la comida, ya vencía la tarde, y los últimos reflejos del sol en el agua, anunciaban el fin del día. Charlando y contando anécdotas de la excursión, de la lluvia intensa, comían y bebían los dos.
-Como no hicimos este viaje antes, ¿no? Creta.
-Sí, la verdad, que nos lo teníamos merecido. Tantos años de trabajo y lucha.
-Si Creta, tengo que decirte, que siempre he estado enamorado de vos;
-Gustavo, no te pongas romántico, justo ahora; si vos sabes que te has portado mal conmigo. ¿Y lo de la otra que tienes? Tengo tantas cosas para decirte… Mira, ese tipo como está maltratando a esa chica, la de rojo en el puente de madera.
-Verdad, mis palabras románticas hacia ti las tengo que olvidar…
-No olvides nada Gustavo. Mira, si parece que la esta acuchillando; y la tiró del puente, ¡qué horror!
-Si Creta, parece una película…
Dándose vuelta, lo mira a su marido como por primera vez; recuerda sus infidelidades, sus malos tratos y engaños. Lo estaba por perdonar…
Sale corriendo del restaurant hacia el lugar de la tragedia. Al llegar y mirar el agua roja del río exclama:
Y pensar que esa podría haber sido yo…!
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