Lo primero es hacerse una idea de su prolongación. Habrá que medirla bien para invertir adecuadamente el esfuerzo. Muy a tener en cuenta también es su inclinación. No es lo mismo- como resulta obvio- una cuesta empinada que un remedo casi plano. Se llama cuesta porque debe costar- no en términos económicos, que la inversión debe ser en esfuerzo. Una amiga mía- que ahora creo que está en los Usa- sostenía que no podía ser esa la razón. Ni entro en el asunto filológico ni salgo, pero creo que abona mi tesis que el origen latino no tiene nada que ver, lo que se aproxima a esta interpretación por asimilación vulgar que hago.
Lo relevante, con independencia del origen de la expresión, es, como se dijo al principio la prolongación como el grado de inclinación para hacernos una idea aproximada del esfuerzo a invertir. Lo dicho.
En tercer lugar se ha de tener en cuenta la postura corporal a la hora de ascender. Y es aquí en este punto donde hay que hacer la siguiente consideración. Como se ha repetido hasta la saciedad en los manuales al uso de subir cuestas existen dos maneras principales. Bajando el centro de gravedad inclinándose a su vez en la subida ahorra esfuerzo, pero indudablemente es de mayor prestancia hacerlo en lugar de lo dicho en verticalidad. A tener también en cuenta que cualquier exceso tampoco es conveniente y es de mentar que tampoco conviene hacer de la ascensión una exhibición desafiando la gravedad mediante postura tan encorsetada.
Resumiendo: prolongación e inclinación para medir el esfuerzo, y cierta prestancia. Tales son los elementos a considerar. Hasta otra lección, amigos, agradeciendo la atención prestada de antemano.