Valparaíso de cerros, quebradas y vientos, las riquezas y sutilezas del idioma y las cientos de historias o leyendas.
Sin cerros no hay puerto, como son muchos los cerros las quebradas también, y como es puerto hay mar, así que, mar, cerros, quebradas, y viento son un todo, es Valparaíso, los primeros navegantes que llegaron a este puerto hayan llegado por el sur atravesando el Cabo de Hornos o desde el norte, vieron esa gran herradura como algo que atentaba contra todo lo estético, sumado a eso los vientos que arrastraron tanta nave hasta destruirlas, lo hacía poco bello a la vista del recién llegado, dicen que su nombre se lo habría dado el capitán Juan de Saavedra por allá por 1536 ya que nació en algún pueblo con ese nombre allá en la lejana España. Llegó el capitán de Saavedra enviado desde el Perú para reabastecer a Santiago que había sido destruido por los mapuche de la zona central, Eso fue hace tantos años que ya ni me recuerdo, solo que a aquella vez que llegue y me quede algunos años entre por la bajada José Santos Ossa, la bajada es de triste recuerdo por que en ella son muchos los accidentes de tránsito con las consabidas muertes y heridos, varios kilómetros de bajada tiene la cuesta, la quebrada y zona aledaña a este sector es la llamada de Las Zorras, en el inicio de los tiempos y avanzada la colonia y república era utilizada para la caza debido a la abundancia de animales menores y aves, debe haber habido muchos zorros, solo que las zorras no solo se le denomina a las hembras de los zorros si no que también al sexo femenino, en alguna crónica leía que habiendo llegado un teniente de la policía o del ejercito a la ciudad y destinado a cumplir en Valparaíso, su comandante en la fiesta de bienvenida, le preguntó a su teniente si había encontrado habitación, este le respondió “si mi comandante, tengo habitación en las zorras, y con una sonrisa maliciosa, agregó, con el perdón de las damas”. Así como las zorras tienen dos implicancias, como animal y coño, así mismo en las rocas de la costa abundaba un marisco que en la epoca colonial le llamaron “pico” que es muy sabroso, con los años la palabrita pico, comenzó a tener otros significados, marisco, herramienta y pasó a ser el otro candidato en cualquier elección, en cada elección una cantidad grande de gentes “vota por el pico”, en calles la mas grande cantidad de grafittis son “en homenaje al pico”, en resumen, un pico y un pene es lo mismo, por lo mismo “la gente de bien” le cambió el nombre al pico marino, de ahí en adelante pasó a llamarse “picoroco” era mas elegante mencionarlo así. Para todo da el nombrecillo, en una ramada para un dieciocho de Septiembre allí en la Avda. Argentina, entre cueca y cueca (baile nacional) una copa, caña o potrillo de vino, chicha u otro brebaje espirituoso, a veces se hace un brindis, uno de los bailarines dijo; “Brindo dijo el picaflor, por las flores del jardín, por aquellas que estoy picando, por las que picaré y también por las que hey picao y el pico no se ha gastao”, alegría de la cueca, picardía del lenguaje, y ya hasta en la literatura nueva, es mencionado, en una de sus novelas el Lemebel, escritor, que es un homosexual declarado, hace decir a uno de sus personajes que cocina el almuerzo, al probar con la cuchara el sabor de su cena “rico, rico, como le dijo el culo al pico” en fin con el tiempo las palabras se hacen parte del lenguaje común.
Lo primero estando ubicado, fue ir con el canoso a su casa que era en el cerro Las Cañas, el bandido del canoso me hizo subir desde el mismo puerto hasta su casa que estaba en lo mas alto del cerro, subir a pie tanta escala sin estar acostumbrado, quedaron las piernas temblando, mas que en el sismo de ayer, pero llegamos, charlamos subimos por donde mismo varias veces, hasta que descubrí que una de las micros llegaba a media cuadra de su casa, después de ver eso lo putié un buen rato, se rió de buena gana y solo dijo, “es que no quería que supieras como llegar” del cerro algo real y una historia parecida a leyenda, Las Cañas, lo llamaron así al cerro por que en el comienzo de los tiempos hubo allí una cantidad muy grande de coligues, o quilas, que es un tipo de bambú chileno, y algunos cañaverales de otro tipo de la misma planta solo que como tubo, la quila es todo tronco, el conocimiento ancestral dice que cuando florece la quila es señal que será un año de hambruna, de plaga, aparentemente cuando florece este bambú, junto a ello llega una plaga muy fuerte de ratas la que arrasa con todo lo comible, por fortuna la quila florece de tarde en tarde quizá cada 15 o 20 años, por ello luego de alguna floración alguna autoridad mandó talar todas las cañas, además de eso hay otra historia que cuenta la gente y es que en algún momento alguien asesinó a un hombre luego pasó por allí un cuidador de ovejas cortó una caña con la que hizo una flauta, de su interior solo brotaba una melodía en la cual decía el nombre del muerto y del que lo asesinó. Al subir por alguna escalera o camino, se puede observar el mar, el impresionante océano, también se va descubriendo que bajando desde cualquier cerro se llega al mar, el municipio y los vecinos han ido construyendo miradores en los lugares que aun se puede, sentarse ahí a mirar el mar es un espectáculo impresionante, ya que no hay nada (creo) como la inmensidad del mar, su azul que se reúne con el cielo un poco mas allá, como también mirar las aguas oceánicas embarcado en las noches y ver como los peces como brillan pareciendo llamas de fuego, ahí. No se sabe que es más inconmensurable si el mar que puede ser tomado con las manos y que muestra sus propias estrellas o el cielo con todas las estrellas fijas o fugaces que en las noches a la altura de Coquimbo se ven caer en cualquier lugar de este planeta. Desde los miradores como también desde las ventanas de las casas o desde sus techos, el 31 de diciembre a las 24 horas cuando se inician los nuevos años en la rada, colgando de los muros de los malecones o desde los mismos barcos decenas de toneladas de fuegos artificiales iluminarán todo este mundo que es Valparaíso
Traficando o transitando
“Trafico por Calahual hay Rosa, y bajó por los Lecheros, la Avenida Argentina y el Puente Jaime” dice la cueca, traficar o transitar es lo mismo, la cueca habla de algún hombre choro (aniñao, gallo o limitando la línea entre lo legal y lo ilegal) Calahual, un sector del cerro Barón, calle de gente buena y no tan buena, santa y non santa, pero, viene la palabra calahual del mapudungu, (lengua de la tierra, idioma mapuche) es yerba del lagarto, el sector de Calahual ahora y desde antiguo, ha sido un sector con un importante numero de patos malos (delincuentes, viene del cómic del pato Donald) por lo que mucha gente dice que de ahí no se sale con lo que se entró que una parte del equipaje será quitado en algún cogoteo (asalto), antaño en el sector, debe haber habido mucha vegetación y yerba del lagarto había mucha dicen las crónicas, también era rico en otras hierbas o arboles, de las cuales algunas usada para la curación de males del cuerpo y el alma, pate vaca para bajar el azúcar en los diabéticos, ortiga para la tos, manzanilla para los fríos, hierba del clavo, pal marido malo dicen, una especie de viagra natural, lo mismo que el popular ajo, y si hay diarrea, hierba del tapón.
Lecheros otro cerro, en el Barón, me encontré con Antonio, amigo de infancia, camarada de filosofía política, en un comienzo para satisfacer al padre dijose y para el resto que era no creyente, pero, como en cualquier religioso la procesión iba por dentro, aprendió guitarra, cantó y bailó en uno de los grupos importantes en los años 60 –70, luego derivó a la investigación y de ahí a la colección de artículos religiosos de la tradición campesina, mas tarde comenzó a conversar con los hermanos de la orden de Francisco de Asís, y ahí comenzó a quedarse en la Iglesia de los franciscanos en Santiago, al final se recluyó en el convento, en el puerto me lo encontré con el habito café de los franciscanos, ya había terminado con la mentira piadosa a su padre y regresó al camino que siempre tuvo, solo se había extraviado por un tiempo, muchas tarde subí el cerro solo para ir a charlar con él, mas tarde lo encontré en Quillota en la Iglesia de San Francisco y más tarde en Santiago, la Iglesia en el Barón, una construcción de ladrillos, fresca, con sus patios con arboles y jardines que hacían la paz en el lugar, antes de cumplir 40 años falleció de una enfermedad renal.
El burro de Jaime y Donde Nunca se supo
La cueca, que es el baile nacional, alegre como la música latina, sigue diciendo, “Las calles que trafico hay Rosa, la Estación del Puerto y San Francisco, la Avenida Argentina y el Puente Jaime” sectores de Valparaíso en que habita y convive el porteño de actividades nómades, pescaderos, (vendedores de pescado, gritado en las calles) marinos mercantes varados en Valparaíso, vendedores ambulantes de todo, algún malandrín por allí, en fin todo un sub mundo que cohabita con otra gente, el Puente Jaime por allí por la quebrada de Jaime, hubo que construir un puente para el paso de los buses y otros vehiculos, por allí por el camino de cintura, que sube y recorre toda la herradura porteña, hay un decir, que se lo mencionan a aquellos que son lentos para resolver alguna cuestión de honor u otra de trabajo, “Que no te vaya a pasar lo mismo que al burro de Jaime” en tiempos muy antiguos no había aun puente y la gente vadeaba la quebrada con mulas, burros o caballos, en épocas de lluvias, había muchos que no se atrevían a pasar por que la quebrada llevaba mucha agua, un buen día luego de una fuerte lluvia, que el río formado era con mucha agua bajando al mar, a un mulero que transportaba sobre un burro dos sacos de sal, una en cada costilla del bruto, lo metió a la quebrada y como era alto el nivel del agua, el borrico comenzó a avanzar y poco a poco los sacos fueron absorbiendo agua y se pusieron muy pesados, tanto que el burro se ahogó por no poder caminar.
El agua baja con mucha fuerza en los días de lluvias, estas lluvias bajan toda la arcilla roja que forman los cerros de este puerto herido en los acuosos días de invierno, así que para que no siguiesen ocurriendo los ahogos en el estero Jaime, se hizo un puente y por él trafica el porteño de la cueca, por el puente la Avenida Francia se inicia el camino Cintura, llamado así por que toman las faldas de los cerros y recorre hasta el puerto mismo, en una de sus esquinas hay un antiguo y modesto restaurante, al que van a componer la caña (resaca, guayabo o como se llame en otros lugares) todos los curaditos de la zona, se toman su cañita de tinto o blanco y el temblor de las manos pasará, una noche algo ocurrió en la esquina de ese restaurante, en la madrugada el primer trabajador que iba a su pega se encontró con un muerto a sus pies, bien muerto estaba, lo miró y no lo conocía y marchó a su faena, en la medida que el día sé hacia día, y que el cerro tomaba su rumbo natural mas eran los curiosos que llegaban a mirar al finao, pero, nadie lo conocía, el mas grande misterio y así como nadie lo conocía tampoco nadie había visto la hora y como lo había asesinado por que se veía que había sido apuñalado, y llegó la policía y pregunto y nadie respondió ya que nadie lo conocía como tampoco sabia quien era el o los autores del crimen, encuestaron a todos, preguntaron a todos, nada de nada, los días pasaron, las semanas y los meses hasta años han sucedido uno tras el otro y ya nada, pero el hecho quedó en los vivientes y cambiaron de nombre al restauran, desde ese día, pasó a ser conocido como “donde nunca se supo”
Tomar al puerto por su cintura es como abrazar por la cintura a la mujer amada, algo inolvidable, los micros verde mar sube y baja en cada vuelta en cada curva, arriba, la cabellera del puerto, cabellera multicolor, cabeza multicolor, cabello largo o corto hecho de helechos, de rosas rojas, de cardenales blancos o rojos, de rizada guía de alcayota, verde de mala madre, o negro de panty media ondeando al aire, rostro con ojos de ventanales que miran alegres o nostálgico al ancho mar por la llegada o ida del marido marino, ojos por todos lados mirando a la bahía al muelle Prat, que miran sus pies hechos escaleras o ascensores, largas piernas que bajan al mar, al verde mar al ancho Pacifico que de Pacifico por estos lares tiene muy poco, piernas alegres que danzan saltando de cerro en cerro, y brazos que abrazan a Valparaíso por su cintura, ojos que lo recorren entero de cerros y colinas, de quebradas, de barcos de peces, todo él, toda belleza, cuando se abraza al puerto se ama, y lo hace inolvidable, al caer desde el camino cintura se llega al Muelle Prat. Ahí la Plaza de los Héroes ahí el Barrio Chino el sector de los choros un choro es un guapo, que parla la coa porteña, que no se encoge como se dice o no se raja como dicen los mejicanos, que y está en todas, que puede hacer un trabajo legal y también pasar a alguna acción ilegal, pero, nuevamente a estas cosas del lenguaje, choro como el picoroco, puede ser también un marisco de la familia de los bibaldos, negros, alargados y que se afirman a las rocas por unos pelos que le salen desde dentro de la concha, en crudo son muy firmes para abrirlos, así que lo mejor es hacerlo con calor, se abrirán y entregaran su delicioso sabor marino, por ello un hombre de los choros es duro pero al entregarse lo hace de corazón, así que la misma palabra encierra varios conceptos, puede ser usada para determinar a un hombre que es buena tela, buen amigo, como también otro choro es tipo de delincuente, por ello que el concepto chorear implica robar, dice la gente me chorearon la plata, y también el sentido sexual, el picoroco es al hombre como el choro a la mujer.
El puerto ya no es como era ayer, no están los pescadores de jaibas, las faenas automatizadas del puerto usan menos gente en la estiba y desestiba, a la estación ya no llegan los trenes desde Santiago, en la capital la Estación Mapocho no es utilizada como estación, sino como centro de eventos, solo desde Llay-Llay hasta el puerto, así que la estación del puerto esta casi vacía todo el día, más oscura, en el barrio del puerto ya no están los restaurantes y cafés que habían, muchos lugares que ayer tenían el olor a puerto, a mar a maestranza, a marisco o pescado ya tiene el olor a acero, aluminio y vidrio de las nuevas construcciones, el avance, el desarrollo es bueno, pero no debe ser a costa de botar al suelo la tradición, la arquitectura antigua, debe conservarse, pero algo quedó, locales que hicieron historia y conocidos en el mundo entero ya no existen o han sido disminuidos, el Roland bar se incendió, un bar por donde pasaron muchos artistas, escritores poetas y marinos de todo el mundo. Otros sucumbieron ante la modernidad, pero aun sobreviven muchos y muchos en la memoria colectiva.
La cueva del chivato y las piernas bellas de las porteñas
El plan del puerto ha ido abundando a costa del mar, ya que en 1836 cuando llega la Santiaguillo, es tan angosto el espacio entre el mar y los cerros que casi no hay espacio, pero de a poco fueron lanzando grandes piedras al agua y con ello haciendo más amplio el plan, destruido dos veces por terremotos por 1822 y en 1906, y bombardeado por España en 1866 o 67, construido y reconstruido, en la ultima vez que el desarrollo necesito mas espacio cerca de la Caleta Portales fue el hombre acumulando inmensas moles de concreto de cuatro patas, tetrapodos creo los llaman mas tarde lanzadas al agua y con ello se gano algunos treinta o cuarenta metros de tierra, pero, antes de esto, la vida del puerto fue rica en aventuras en leyendas e historias sabrosas como eso de la cueva del chivato o la cárcel a la que se llevó aquel escultor que encontró la mejor manera de ver las piernas de las mujeres porteñas, allí en las calles Esmeralda y Cocharane era tan angosto el espacio entre mar y cerro que había que hacer quite al agua para pasar desde el puerto al barrio del Almendral, por allí en la época colonial había una cueva muy angosta y profunda, tan profunda como la misma eternidad, en sus profundidades habitaba el chivato, que era un caprino de gran porte, de fuerza hercúlea, que en las noches salía de su hábitat y chassss, se zampaba a jóvenes y viejos, los despatuzaba y los transportaba a las profundidades para satisfacer sus bajos instintos, pero no solo usaba a los humanos para saciar su hambre sino que a muchos los transformaba en imbunchen, que eran aquellos que se transformaban en los ayudantes de chivo y salían a conseguir otros seres para el hambre insaciable del chivo, a tal extremo era el imbuchamiento que de no haber ocurrido el hecho histórico de cubrir la cueva con una gruesa capa de cemento, bueno de no haber sucedido eso, ya no quedaría nadie viviendo en el puerto por que la cantidad de gente que cazaban o el chivato o los imbunchen que no habría población, pero, vino el progreso y un comerciante corto por lo sano y cubrió la cueva y ahí mismo surgió por mucho tiempo un banco,
En la zona de la cueva del chivato hoy está todo el barrio comercial, lleno de empresas navieras, bancos, agentes de aduana y algunos cafés, calles terminadas en punta cual proa de barco, el reloj Turri copia del Big Ben londinense, a comienzos del siglo 20, caminar por esas calles era ver a las mujeres con esa gran cantidad de ropas faldas llenas de armados de alambre, corsets y otros tanto de artefactos que la moda y las buenas costumbres ordenaban, los domingos en la mañana a la entrada de las iglesias se reunían las jóvenes con velos en sus caras, en las tardes de verano iban a la playa a bañarse en el mar, baños que eran cajones metidos en el agua en el cual se metían dejando solo la cabeza fuera por lo tanto ni aun en la playa se le veían sus piernas, una mañana cualquiera caminaba por las calles del plan, de esto muchos años han transcurrido ya que se habla de vestidos largos, así que debe haber sido por allá por 1900 y un poquito mas, cerca de la bella mujer caminaba un artista que era escultor, este al mirar a la gente vio a la mujer y se encandiló por su frescura y belleza, la miró de cabeza a pies, mejor dicho al suelo ya que no se veía nada mas que su rostro y sus zapatos, miró el hombre y vio que uno de los zapatos de la dama estaba desatado, se lo dijo y se ofreció a atar, la dama sonrió y levanto su pie para que el varón le atara el zapato, este no solo ató el calzado femenino sino que además sus manos acariciaron la pierna de la dama, fue tal el encantamiento producido por la pierna de esta porteña que el artista regresó a su taller y de memoria esculpió la pierna que según él habría sido la más bella pierna de mujer que jamás había conocido, el santo varón, quedó obnubilado con las piernas (y quien no) femeninas que comenzó cada día a recorrer las calles del puerto y cuando veía una bella mujer se le acercaba y le decía que su zapato estaba desatado ofreceindose a atarlo, le resultó en la primera pero la segunda vea la mujer muy airada grito y gritó hasta que llegó la policía, llevándose detenido al mal hombre, el juez, por el escándalo le ofreció pagar la ofensa con una multa en dinero o con cárcel, el artista, -del que la historia no cuenta su nombre- pagó la multa y dijole al juez que estaba absolutamente decidido a seguir pagando multas a cambio de tomar la pierna de alguna mujer.
Puerto de escaleras y viento, de ascensores y pasadizos, las escaleras tienen también sus encantos sobre todo en días de mucho viento, ya que así como el artista de comienzos del siglo 20 pudo palpar la pierna de la dama bajo la falda, hoy las niñas porteñas usan nuevamente minifaldas o angostos pantalones, pero, subiendo una escalera el paisaje se ilumina ya que este viento porteño no respeta vestidos largos o cortos y más aun cuando la brisa es fuerte, el viento hace que los géneros se apeguen al cuerpo dejando a la vista las otras colinas, quebradas convertidas en piernas y caderas femeninas, cualquiera pagaría una multa por ello, bueno, yo lo haría.
Y si de jueces, multas y cárceles se trata el puerto también tiene sus primicias.
|