Fui al cine y luego pasé a un pub con un amigo. En unas horas más tendré que despertarme para llegar a mi trabajo a las 10.

Vi que mi amor platónico compartió un cortometraje en su muro. Es hermoso y triste. Sólo me confirma lo interesante que es ella. ¿De donde sabrá tantas cosas?

Viví mis últimos años como un montañés. He perdido sensibilidad, he perdido ecuanimidad, a veces tengo sed de sangre y aprendí a usar muy bien el hacha. ¿Que tengo para ofrecerle a un alma sensible, a un alma en la que veo el reflejo de todo lo que fui y de todo en lo que alguna vez creí? ¿Podré redimirme algún día y sentirme nuevamente como parte del mundo? Estoy sentado en un trono de piedras, construido por mi y estoy cansado de tener la razón, de vivir en el futuro y de que no me hagan caso. Es una carga muy grande para llevarla solo. Pero no es solo eso, tengo miedo de lo que soy ahora, tengo miedo de que la oscuridad le gane a la luz, que el caos se imponga sobre el orden y termine entregándole una montaña de horror a quien veo como una persona fantástica.

Como Benjamin Willard, tengo mis propios monstruos al frente. Estoy en el último lugar de la civilización. Veo la barbarie en camino, estoy en la primera línea. A diferencia de su caso, lo mío no le importa a nadie y tampoco tengo un blanco. A veces quiero escapar de este lugar y de mi, y en otras, quedarme y dejarme llevar.

Me acuerdo de mi primera batalla. Mi lucha conmigo para volver a ser fuerte, volver a sentirme atractivo. Ya sea la paz o la guerra, me necesitarán en mi mejor forma. Me voy a dormir. Debo continuar el combate.