¡Discúlpenme por hacerlas llorar!
Con tanta canción que espera a la lluvia,
Con cada canción que dibuja mis penas.
¡Pero no dejen de cantar!
Brillaré por ustedes, exploto por ustedes,
Dejo salir a esas bestias que no me dejan en paz,
Aquellas monstruosas afligidas y decaídas,
Las culpables de mis suplicios y mis riñas internas,
¡Nunca vuelen de mi vida!
Gracias a su presencia, sé lo que es amar.
Corazón, alma y pluma,
Un paraíso en un sendero solitario,
Miles de nubes tóxicas desembocarán en amores,
Miles de venenos recorrerán mi cuerpo,
Evocándola siempre entre canto y arpegio.
¡Dejen de llorar por mí!
Les aclaro por última vez,
Amor siento por sus melodías,
Acompáñenme a encontrar mi cordura,
Sigan cantando, del alba hasta el fin del día,
Pues tengo una piedra clavada en el pecho,
Que saldrá por ella, por ustedes,
Porque al fin la encontré, porque al fin me encontré
Porque no sería nada sin su compañía,
¡Llévenme a su universo, en mi recinto, en mi lecho!
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