Aquel final resultaba artístico.
Aquella antena ofrecía una imagen muy peculiar.
El embustero acabó ensartado como en un pincho moruno.
Por el canal analógico en la era digital.
Bueno escapar por los tejados como en las películas
después de salir de entre las sábanas de una de sus amantes.
Y ser descubierto no por el marido, sino por otro amante
ponía el final y la paz en aquel capitulo real de historias
de un pueblo.
La muerte fue accidental el hombre se resbaló y no pudo
evitar quedar ensartado en el UHF.
Las ropas resbalaron también por el tejado dejando al descubierto
su cuerpo desnudo y ensangrentando.
Desde abajo los transeúntes, no podía dejar de mirar el espectáculo.
No criticaban la antena atravesando el corazón de aquel hombre.
Si no las vergüenzas que quedaban a la intemperie.
El párroco del pueblo al enterarse, pasó por aquel lugar y
se persignò, pero no por la tragedia en si.
Presentía que le esperaba arduo trabajo, harían cola como
tantas veces sus feligresas, beatas, casadas, y solteras.
Al padre le esperaba su penitencia, oír las confesiones.
De todas aquellas amantes y adulteras.
Volvería a comenzar todo de nuevo, y la tentaciòn
entraría en el secreto de confesión.
Aquellas feligresas habidas de nuevas sensaciones
Volverían a susurrar deseos inconfesables.
Esta vez se sentía tentado de dar penitencia de
forma ejemplar.
Las haría rezar algo mas que un padre nuestro.
Mientras pensaba en esto una tierna quinceañera.
Terminaba de recoger la habitación del sacerdote.
María sonreía aquel bello zagal, mientras se desabrochaba
la blusa que oprimía unos senos enormes y abultados
para una chica de su edad.
Su falda corta y su inocencia la hacían parecer mas
bella si cabe.
Se hecho sobre la cama como siempre hacia e invito
al hombre a entrar en su joven cuerpo.
El sacerdote se resistía ante aquel panorama tan tentador.
Pero el hombre que habitaba dentro de aquella sotana
se salia por el arzacuello de la misma deseando
salir de aquella opresión que le mantenía unido aquella
túnica, los votos de castidad, la fidelidad y amor a Dios.
Dio un grito de desaprobaciòn e invitó de forma enérgica
a que saliera de su alcoba, y rezara 7 padres nuestros.
Y otras tantas Ave Marías.
Pero aquella chica no se inmutó se echo a reír, y de aquellos
labios carnosos sobresalían aquellos pequeños dientes
perfectamente alineados, y aquella risa contagiosa.
Tumbada en la cama prometió al hombre ser buena chica.
Y le invitó a sentarse en el borde de la cama.
Chica.- No pasará nada si usted no quiere....
Y diciendo esto puso su mano dentro de su cuerpo.
El hombre contemplaba aquella escena la miraba
y no podía decir nada, algo pasó dejo de ser el sacerdote.
Y pasó a ser una vez mas un hombre que disfrutaba del
cuerpo de aquella adolescente.
Se volvía a repetir otra vez la historia sus feligresas de forma
voluntaria acudirían una por una, a la Sacristía para ayudar
al Sacerdote en las tareas de la casa.
Todas las mujeres volverían a pasar por su alcoba, y la sotana
quedaría en la Sacristía con sus otras prendas sagradas.
El Sacerdote volvería a ponerse la sotana y su arzacuello
para dar misa, confesar a sus pecadoras, amantes y adulteras.
Mientras que en la soledad de su alcoba y fuera de la opresión
de aquel arzacuello que lo mantenía unido aquella túnica
Dejaría paso al hombre que habitaba en él.
Hasta que otro forastero llegara al pueblo, y sus feligresas
y mujeres de aquel lugar se olvidaran de él.
Entonces volvería a ponerse el arzacuello, que volvería
a oprimirlo de nuevo, y mantenerlo unido a su sotana.
Volvería a su Iglesia a confesar sus pecados delante del altar.
Porque como siempre hacia y antes de confesar sus pecados
ante su Dios y todopoderoso señor.
" El espíritu es fuerte, pero la carne es débil".
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