Un beso que encienda mi espíritu. rogó
Un beso que enardezca mis sentidos. imploró a gritos...
Después, seguramente el desvelo y la agonía.
Después, seguramente el alma que se arruga sobre si misma.
Después, la muerte.
¡Seguro¡
Cogió su abrigo, y se puso a caminar, alejándose de su sino.
El laberinto y el camino, eran en círculo.
Eso nadie se lo dijo.
Texto agregado el 04-06-2014, y leído por 281
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Lectores Opinan
04-06-2014
¿Cómo puede existir gente así, que no se lo dijeron? ZEPOL
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