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Al abrir los ojos descubrí los tuyos y olvidé que era ciego. Al escuchar tu voz melodiosa y suave como la seda olvidé que estaba sordo. Al querer hablarte olvidé que era mudo.
Estaba tan absorto ante tu presencia que me levanté de mi lecho olvidando mi cuerpo tras de mí. Había muerto al darte mi última gota y lo había olvidado. Sé que tú también me ves vivo, puesto que tu embrujo era estar muerta, aunque viva. Olvidé mis esfuerzos, combates y dolores al contemplar tu rostro en silencio.
Ahora tú vives y yo muero, mas la muerte no es distancia para los que se aman. No nos dimos cuenta porque tú cruzaste el umbral hacia la vida mientras yo lo cruzaba hacia la muerte.
Pero aquí me ves, más vivo que nunca, sólo me falta llenar un cuerpo para poder abrazarte y aunque mi mirada se hace transparente y fantasmal no ceso de dejarla sobre ti como la luz de la luna. Soñaba con darte un Sol; el destino quiso otra cosa.
No te engañes... he muerto, aunque me veas más sano cada vez, ese cuerpo está vacío. Pero no llores, estamos juntos, mi princesa, y eso basta. Quien te embrujó con una muerte en vida puede tener una solución para una vida en muerte.
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Texto agregado el 16-05-2003, y leído por 329
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