Desde dentro
La Morita como cariñosamente le decían sus padres, era una niña en los albores de la adolescencia que había heredado lo mejor de sus padres, eso hacía que fuese una niña dulce, hermosa y tierna, fue un oasis en el camino de Josecito, pero también la primera trampa que le puso la vida o quizás la segunda para que en su vida las mujeres se convirtieran en un tormento perpetuo, La morita llegaba muy temprano a cuidar a Josecito por que los abuelos tenían que ir a ordeñar a un potrero cercano, por su precaria situación de salud no lo sacaban temprano, en aquel inclemente invierno que se recrudecía aun más en la geografía de la zona (la parte alta) entonces la niña aprovechaba una vez que Don Cándido y Doña Delia se iban a la ordeña, y se acurrucaba en la cama con el niño, este percibía el aroma dulce y tierno de la joven, era una gloriosa mezcla de falta de higiene y piel tierna sazonado con una pizca casi imperceptible de feromonas, ese aroma se le metió a la conciencia y se le anido en el alma, su espíritu con las cicatrices frescas del abandono se aferraron al sutil y encadenante aroma, sin proponérselo se ancló a la niña y también sin darse cuenta se termino de enamorar perdidamente de ella, a la Morita se le despertó el instinto materno de tal forma que apresuró su despertar al mundo. Una vez que el niño se despertaba la Morita le daba de desayunar su lechita con tortillas recalentadas con sal. Era una delicia el desayuno compartido con aquella combinación de mujer deseable y madre joven, la Morita le hablaba tiernamente, Josecito no entendía aún el lenguaje hipócrita de los humanos, pero aquellas charlas hicieron que Josecito se enamorara de las palabras y desde su inocencia quisiera no sólo conocerlas sino manejarlas a la perfección para regresarle una arenga elocuente que hiciera caer rendida a sus pies, él le contestaba con su limitado leguaje creyendo que la estaba seduciendo, creció así en aquella gloriosa casualidad que le trajo la vida, para empeñarle el futuro, ya más tarde se ponían a jugar con los escaso juguetes del niño y le inventaba cuentos enredando los chismes amorosos del rancho con las comadreadas que escuchaba de sus padres y vecinos, le contaba historias de un príncipe que tenía una troca y que vendría a llevársela para casarse con ella y tendrían muchos hijos, Josecito no entendía pero aquella charla le daba una punzada sorda e incómoda en el estomago que le anunciaba que su princesa tenia la atención en otras personas que no eran él, más adelante confecciono ropa a unos olotes, robo retazos de tela e hilo y fabrico unos juguetes rústicos, una familia de marido y mujer con sus 12 hijos, 4 mujeres y 8 hombres a los que incluso puso nombres, se iban a navegar en su imaginación debajo de un pino que les protegía del sol del medio día y entonces a Josecito le tocaba el papel de papá y a Morita de mamá aunque Josecito ignoraba los roles de una familia aquella idea le fascinaba, el problema llego cuando Bertha introdujo nuevos personajes en la obra, y ella se asigno el papel de una de las hermanas y Josecito siguió siendo el papá cuando la morita le pidió permiso para tener novio Josecito destrozo a los actores, de esta manera le estaba haciendo saber que no estaba dispuesto a seguir dejando que la vida le siguiera dando la espalda, pero la vida no es a voluntad. Mi correo es gueguenses75@hotmail.com
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