Las mañanas comienzan todas del mismo modo, siempre son todas iguales, la rutina no debe cambiar, después de todo el que termina perjudicado soy yo, al menos eso es lo que me dicen los doctores, 6:30 a.m. ni un minuto antes ni otro después, aquel tipo vestido de blanco, un blanco que me enceguece, que me desquicia y me perturba, un cóctel de medicamentos entre los cuales se cuenta con el Zoloft, 250 mg. para ser más exacto, ni la luz del amanecer calienta la habitación musgosa y mohosa, ni detiene la insistente humedad mezclada con aquel frío que te hace doler hasta el alma cada vez que respiras, me encuentro sentado a un costado de la cama, con los pies depositados casi atrofiados por la excesiva vida recostado sin movimiento alguno. ¿Es realmente necesario?
-¿Cómo te encuentras hoy?.
¿Este tipo me pregunta cómo estoy?. ¿Cómo mierda pretende que esté?, Si vivo encerrado en una habitación color musgo verdoso, mezclado delicadamente con un gris casi imperceptible, atado casi a diario, y con la maldita sensación soporífera de cada día.
–Me encuentro bien-
Después de todo, ¿a quién le importa?, El tipo sólo quería ser amable, y yo únicamente deseaba que se esfumara. Estas pastillas comienzan el efecto
desde que las depositan en mi boca, pasan por mi garganta y terminan disueltas en mi torrente sanguíneo, y aunque el resultado de la suministración de mi querido cóctel matutino no es el deseado, por lo menos puedo descansar, ya que el canto de mi vecina, una mujer anciana, la cual jamás deja de cantar la misma y letánica melodía, no me deja dormir por las noches, las que casualmente nunca coinciden con el efecto somnífero (efecto secundario propuesto) administrado por las mañanas, ¿extraño verdad?
Lentamente se pone de pie, me dirige una última mirada directo a los ojos, y se retira dejando atrás su rutinaria visita matutina. Antes de cerrar la
puerta, y sin tomarse la molestia de observar mi rostro, pronuncia un tenue “hasta mañana”, jamás le he entregado una respuesta, no lo creo necesario.
Una vez que escucho el "clic" del cerrojo de la enorme puerta, decido ponerme de pie, y al pararme frente a la pequeña ventana con barrotes
oxidados, situada en la puerta corroída por los años de humedad. Comienzo a observar por el pasillo. Sólo puedo ver un lugar frío y muerto, interminable, pálido y lo peor de todo, tremendamente angustiante, al final una ventana enorme que me muestra una pradera verde, inmensamente verde.
Degradaciones completas de colores. Colores desconocidos se funden con un cielo rojo, caballos galopando, tirando de carruajes bañados en oro, coros celestiales indicando mi presencia, seres desconocidos para la raza humana, y yo aquí, aislado y encerrado en una prisión de cuatro paredes, ventanas con barrotes, y aquel ventilador en el cielo de mi habitación pidiéndome a gritos dejar de girar. Algún día saldré de mi reclusión sólo para mostrarle a este mundo que yo tenía la razón, que sus teorías falsas pero perfectamente bien redactadas, eran sólo porquería, asquerosa porquería.
Me vuelvo hacia aquel rincón de mi habitación, rincón en donde no llega la luz del foco, lugar que me produce una nauseabunda sensación, seguido por una especie de frío que recorre mi columna vertebral, vértebra por vértebra, un miedo indescriptible me embarga de pronto, y un ataque de pánico que no puedo detener me provoca una sensación de desmayo. El sudor frío recorre mis sienes, y las piernas comienzan el gracioso baile de la debilidad muscular, sé bien que es solo el efecto de tal magnitud de drogas que me suministran a diario para, “mantenerme estable”. ¿Mantenerme estable?.
–De pronto eso me suena a ridiculez y estúpida majadería-
No logro descifrar el significado de aquel vestido de novia sobre mi cama, quizás están planeando desquiciarme, sabía que no debía confiar en aquel
tipo.
–sí, ya lo sé, nunca debí contarle nada a nadie, y menos tomar aquella decisión-
Y esto lo repito una y otra vez, en voz alta para que aquel tipo, parado frente a mi ventana, me escuche y se marche, se largue de mi drogado
consciente para siempre, es cierto que no lo puedo alejar, pero por lo menos sé que se irá por un par de horas, luego inventaré otra excusa para echarlo, echarlo de mi mente frágil y débil producto de mis demonios internos. Al fín caigo a mi cama y casi de manera imperceptible la siento tremendamente cómoda, un viento fresco sopla y me siento como en aquella pradera, rodeado por ninfas y deformes niños corriendo, alegres y burlescos. Me causan gracia y yo sólo me detengo a contemplarlos.
-¡Asquerosa hija de perra, te dije que callaras!-
Aquel grito me despierta entre, temblor, sudor y frío, y aunque sé que es sólo parte de mis recuerdos, siento que es tan latente como aquel día. Trato de descansar, después de todo me espera una larga noche y no quiero estar agotado para cuando ella regrese, aquella mujer hermosa de grandes ojos almendrados, aquella musa inspiradora de cualquier artista, aquel ángel producto de mis sueños y más íntimos anhelos... me rescatará de los demonios bajo mi cama, me seducirá y me cobijará bajo sus enormes alas, la espero con deseo, pero a la vez con ira, sólo deseo destruirla como poseerla, alejarla, pero al mismo tiempo acercarla, tenerla, despedazarla, poseerla, aniquilarla, mutilarla, y deborarla... hacerla mía...
“No entiendo cómo es posible, que un ser humano con sus capacidades psicológicas aparentemente sanas, pueda terminar encerrado en una habitación color gris, privado de toda libertad”.
Me miro en el espejo, tal cual como lo hago a diario, y aunque sé que mi rostro no ha cambiado, noto algo distinto, algo que me atemoriza, me perturba, y me fascina, Notablemente más demacrado, en mis ojos noto un una frialdad que no comprendo, como si aquel tipo del espejo fuera incapaz de sentir, incapaz de demostrar entimiento alguno. Sé que soy yo, y lo acepto, aunque me desconozco, me odio y me detesto por terminar
como he terminado...
-¿Dónde esta tu Dios?, ¿Dónde está aquel que te protegería por siempre?, ¿Dónde se encuentra aquel ser de inmensa misericordia, que te ama por sobre todas las cosas?-
Le grito al tipo tras el espejo, pero sólo veo una mueca de desilusión en su demacrado rostro, sólo veo una leve sonrisa. Y éste me reprocha diciéndome:
-Me causas asco, te repudio por ser un cobarde inútil e incapaz de tolerar tus miedos y frustraciones, el que no te puedas soportar a diario, y que busques con total infantilismo excusas, sólo para poder vivir tranquilo, me hace sentir humillado, me hace odiarte y avergonzarme de ver en lo que hemos terminado-
Y después de pensar y recapacitar, le encuentro razón. Sólo soy un cobarde tratando de buscar “algo” o “alguien” que me dé una explicación, y me doy cuenta que el Dios de mi niñez sólo fue una ilusión creada por mis miedos, aquella imagen omnipotente que necesitamos para poder vivir. Y entonces comprendo que yo soy mi propio Dios y que la decisión tomada por años atrás, fue sólo el comienzo para darme cuenta que nadie es más poderoso que mi voluntad, que soy yo el que decide si vives o mueres, que el tipo detrás del espejo soy yo, y esto me satisface. Me enorgullece y excita...
Aquella inmensa pradera es mi imperio, en donde yo seré amo y señor, Dios y Lucifer. Mi dulce ninfa vendrá a mí siempre que yo lo desee, juntos escaparemos para fundir nuestros cuerpos en la más bella poesía, para contemplar cómo nuestros pequeños niños, deformes y burlescos, juguetean a nuestro alrededor.
Y con esta idea me recuesto sobre mi cama con el propósito de descansar, para esperar por mi amada, pedirle que me lleve con ella. Demostrarle y entregarme, tal cual como soy, sin mascaras...
Un año me resulto suficiente para reconstruir casi de manera exacta “la llave” que me hará libre, un año ocultándote bajo la cama, un año, dándole vida a “la llave” del “paraíso”...
Pienso en esto, cuando de pronto no me doy cuenta y ya he caído bajo el efecto somnífero de las drogas, mis ojos se cierran lentamente y yo sólo deseo dormir, el ventilador gastado, y sucio, gira sin detenerse. Y el hacha bajo mi cama, espera la visita del tipo que me suministra las drogas.
Ya no lo soportaré mas, él es sólo un sirviente mas de mis deseos, y esta noche me lo serviré de cena junto con mi amada, escaparemos juntos a la hora y en el momento previamente acordado, Ya él jamás me perturbará con su rostro de idiota amable, y su deslumbrante bata blanca...
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