Empezaba, una noche, de música de chicos y chicas, aliándose, rozándose, buscándose, derramando sonrisas, complicidades , tomando jugos de frutilla o algún trago más osado, en ese espacio, donde todos se preparaban para pasar un rato de fiesta, un rato de amigos, un rato de amor.
Lucia, había llegado a ese lugar amigable y cómodo, con esa especie de timidez o falta de confianza en sí misma, rasgo que la signaría por mucho tiempo.
Juan hablaba inquieto, atrevido, con una rubia alta casi como él. Era dueño de unos ojos que no tendrían una descripción fiel, si bien su color azul es la exacta mezcla entre un trozo de cielo y un trozo de mar, lo que los hace indescriptibles, es lo que irradian.
El tenía pelo rubio, largo y lacio, ella tenía un brilloso pelo oscuro, largo, no lacio y unas manos pequeñas que desacomodaban ese flequillo, que aún no podía instalarse en su frente, su cuerpo era proporcionado y su estatura mediana.
El hablaba y la miraba, mientras ella rodeaba el lugar con sus ojos y los detenía en él, pero el momento exacto de ojos cruzados, no llegaba.
Había pasado más de una hora y ellos, todavía no se habían mirado en coincidencia, esa bendita coincidencia que sería un exordio al futuro.
Finalmente se acercaron, así, como tantas veces lo harían, por pura osadía, por pura intuición, chocando sus cuerpos casi adolescentes, apenas jóvenes. Un cruce, y él la tomo por la cintura, atravesándole su brazo largo por la espalda, acercándola, mientras con esa voz tan definida le dijo: Mirá lo que sos!!… ella lo miró deleitándose y solo supo treparse con sus brazos al cuello de Juan que sosteniéndola en el aire, apretándola contra su pecho repitió…-Mirá lo que sos!!-
Lucia guardó esas palabras en algún territorio, el guardó ese femenino cuerpo en su inefable mirada.
Ninguna de la luces de ese gran lugar permaneció encendida….ningún corte de luz ocultaría tantos besos como los de ese día.
Y las luces volvieron, tanto las del amanecer de ese viernes de baile, como las de cada mañana de sol y, como las de cada noche de brillosas lámparas encendidas. Siempre habría luz en sus vidas…tanta como quisieron.
Una mañana de primavera brutal, con ruido y olor a bosque, ella encontró en su ventana un aire especial, una sensación de suave brisa que la hizo estremecer.
Juan, salió en busca de unos datos para su trabajo, en un vehículo que lo llevaba sin pausa de un lado a otro, tal su inquietud.
La blusa con flores de Lucia tenía un próximo destino: los brazos de Juan, que manejaban como tantas veces, apurados locos…un suéter amarillo acompañaba el color de su pelo apenas hilado con tintes blancos.
Una pregunta justa, de esas insospechadamente oportunas, los juntó
-Se encuentra la Sra. Lucia M. -Preguntó él, detenido atrás de un mostrador de una madera algo gastada,- me dijeron que pregunte por ella- dijo.
Como era su costumbre, ella buscó, sus anteojos, acomodó su flequillo y salió dibujando una sonrisa. Se miraron despiadadamente, despejaron dudas técnicas, laborales y con una actitud de audacia recién estrenada, ella accedió a acompañarlo hasta la calle.
El brillaba como el sol, sonreía como un chico y le abría la puerta de un encuentro futuro.
Los días pasaron, los contactos se sucedieron, se buscaban, se seducían con tiempo, con armas fatales, tan fatales como los besos de aquella noche sin luz.
Lucia no recordaba casi nada de su adolescencia, no había sido muy feliz en esa época.
El día que se encontraron a solas, ávidos, urgentes, él la tomo en sus brazos apoyando las manos en los codos, elevándola y le dijo…mira lo q sos !
Ella se estremeció como una flor silvestre con el viento, lo besó hasta tragarlo…el sintió que ese beso ya había recorrido su boca…ella no podía siquiera usar el mecanismo del recuerdo, todo era presente, todo era una fuerte mirada de azul mezclado, que la envolvía entera.
Disfrutaron tanto, tanto cada vez que se encontraron ,que la vida de ambos fue nueva…en la intriga del fuimos y somos…o somos y seremos, se descarnaron, se enjugaron, se abrazaron desmedidamente y para siempre…
Hoy ya no hay dudas de un pasado, ella cada día lo recuerda, y teje para él otras historias que vendrán. Ya no importa si esta historia creció en dos tiempos…Es una historia infinita, atemporal. |