-Anda cierra los ojos, tengo algo que darte también.

Y allí me encontraba con los ojos cerrados esperando aquella «sorpresa», mi corazón había comenzado a palpitar con un poco más de fuerza y es algo que no podía ocultar, me emocionaba y me sentía como una niña pequeña que recibe regalos en navidad.

-Ya, ábrelos.

Solo eso necesite para abrir mis ojos y observar el dorso de la mano de mi mejor amigo frente a mi rostro, tenía una pequeña estrella dibujada con lo que parecía un marcador, ¿una estrella? ¿Por qué? Sí, me sentía un tanto desconcertada, no lo negaré pero esa estrella ha sido el mejor regalo que he recibido en mi vida. Esta sería «nuestra» estrella y brillaría durante el tiempo que perdure nuestra amistad, para siempre…

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Tan solo un sobresalto fue necesario para que me despertara de aquel tranquilo sueño, observé a mí alrededor mientras que mi pecho se agitaba. La habitación se encontraba sumida en oscuridad, tan solo algunos débiles rayos de luz de luna se filtraban por mi ventana, terminé por alejar las mantas que cubrían mi cuerpo para ponerme en pie y avanzar hacia la ventana. Abrí las cortinas para poder observar a través del cristal, allí en medio de las luces de la ciudad que dificultan la visibilidad, en lo alto del cielo solo es una solitaria estrella que se logra contemplar.

«Nuestra» estrella, mi estrella, mi mejor amigo allá en el cielo.