Donde mueren los gorriones Se pasea el silencio adormecido Allí mismo la asamblea pronuncia Su despedida, y los árboles entristecen. La vida en su bosque siembra dudas Cosecha dolores y desencanto Así las efímeras luces se apagan Y las sendas se llenan de polvos De balas, y el corazón del bosque Despierta en un nuevo día oscuro. Las alas ancladas de pájaros muertos Cobran vida, buscan cuerpos perdidos Se esfuerzan por volar sin plumas Logrando un cielo vestido de grises Se asemeja a un cielo irreal, inamovible En movimiento irreal, como un reloj sin tiempo. Las avispas azuladas oscurecen el soplo De la nube agazapada en los grises. Mortífera excursión de pequeños insectos Que a la orilla del bosque revolotean Gimiendo esa pérdida de su panal. Y se rompe la cadena desde el ombligo. MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.
Texto agregado el 29-05-2014, y leído por 311 visitantes. (5 votos)